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Hibari bajó la mirada, notando la caja que llevaba en la mano, era claro que su vista iba para largo y prefería marcharse antes de verse envuelto en una aburrida conversación, se quitó el mandil que Nana le había prestado para que le ayudara con la cena y se lo entregó a la mayor que estaba a sus espaldas. —Lo siento, mamá, debo irme. 

— ¿Mamá? —Repitió Gokudera derramando drama a montones, se sujetó del brazo de Yamamoto para no caer al suelo y tomó tanto aire como pudo, llenando los pulmones que dejó vacíos después de escucharlo.

Debía ser un mal sueño, no quería creer que se trataba de la realidad misma; era imposible que el idiota que estaba tratando de huir tuviera tanta cercanía con ella en tan poco tiempo. 

— ¿Gokudera? —Reborn se asomó por detrás de la castaña, dibujando una sonrisa llena de malicia en su rostro tras ver a ambos jóvenes en el exterior—. ¡Entren, son bienvenidos! —Rodeó a ambos jóvenes con sus brazos, conduciéndolos al interior, haciendo a un lado al de ojos grisáceos—. Ya han estado en Italia, ¿verdad? 

Hibari apretó los puños al escuchar el nombre del país europeo; después de que el castaño le suplicó su ayuda para hablar de lo sucedido y tras haber hecho una investigación sobre aquel hombre sabía que no era una buena idea permitirle que volviera a hacer mención de su país natal. 

— ¿Por qué no te quedas a cenar, Kyo-kun? —Interrogó la adulta con curiosidad, no le agradaba la idea de que se fuera así sin más después de que le brindó su ayuda para la elaboración de los alimentos, pero estaba consciente de que era un joven ocupado, no podía mantenerse en un mismo lugar por mucho tiempo y que odiaba de manera sobrenatural estar rodeado de tanta gente. 

Estaba hambriento e imaginaba las consecuencias de no impedir la absurda idea sobre Italia, pero tenía que regresar a la escuela para ayudar a Mukuro y Chrome para el plan de mañana. 

Observó los ojos castaños que eran casi idénticos a los de Tsuna, reflexionado profundamente en la decisión que debía tomar. ¿En serio lo podía dejar todo en manos de aquel par? 

Su mirada se desplazó hacia el trío de amigos que estaban hablando animosamente en la sala, al menos había invitado a Tsuna al festival, dando como excusa de que podría ayudarle algo de aire fresco. 

Por eso había convocado a una reunión, no quería que lo fueran a recibir con estúpidos comentarios sobre lo ocurrido en el baile, eso solo le daría razones para pensar seriamente en la desquiciada propuesta de su tutor. 

Aunque le aseguró que nada malo iba a suceder durante su visita, no consiguió una respuesta concreta; quizás todavía era pronto para ver de frente los rostros que se burlaron de él. 

Contempló por un momento su rostro sonriente, deleitándose de tan bella imagen, y volvió en sí cuando Nana lo llamó por su nombre; el que se estuvieran haciendo más cercanos empezaba a ser un problema para mantener ocultos sus verdaderos sentimientos. 

—Lo siento —cedió ante la segunda opción, se colocó la chamarra del uniforme y abrió la puerta, sintiendo como varias miradas caían en él—, debo arreglar un asunto. 

♡   ♪   ♡   ♪   ♡

Al llegar a la sala del comité tropezó con un par de cables en el suelo, había olvidado que la mitad del lugar lo ocupaba Mukuro y su computadora, sin hacer mención al resto del equipo que requería para la ejecución del plan de Kyoya. 

— ¿No es una preciosidad? —Tomó de la mano a la de cabellos azules y, ayudándola, le hizo girar para darle una vista completa de la ropa que llevaba puesta—. Una auténtica copia del uniforme, ku, fu, fu. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora