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Al haberse quedado sin tiempo para elegir el vestuario que los ocultaría de los miembros del club de kendo, se vieron obligados a tomar el peor traje de todos, aunque sumamente eficiente para mantenerlos ocultos; Tsunayoshi sería quien portaría una botarga de oso y Chrome la de rana, ¿por qué? Bueno, así lo decidieron ellos tras una acalorada discusión en las regaderas a las que se fueron a esconder cuando la puerta trasera del gimnasio fue abierta.

El plan inicial era ir a la casa del castaño para pedir ayuda desde allá, pero al pensarlo mejor lo único que estarían haciendo sería llamar la atención una vez que salieran del área escolar; cambiaron de rumbo antes de salir del edificio, moviéndose con dificultad entre la multitud de alumnos que iban de un lado a otro. 

Era un lío poder moverse por los transitados corredores de la escuela, como ambos eran unos completos inexpertos usando ese tipo de ropa hacían movimientos extraños, cualquier padre razonable hubiese huido con sus hijos en brazos antes de que vieran las tétricas acciones que un par de botargas adorables hacían.

Se suponía que llegarían a la sala del comité y con quien quisiese que se encontraran ahí le pedirían ayuda para mantenerse a salvo y que recuperaran su ropa de donde la habían abandonado; sin embargo, cuando el nuevo plan estaba a punto de finalizar exitosamente, se quedaron callados para escuchar el altercado que había en el interior de la sala. 

Las palabras que Kyoko pronunció fueron balas directas al corazón del castaño; para la mala suerte de todos, él era el idiota que creería en esa engreída de mierda. ¿Y cómo no hacerlo si para él tenía mucho sentido? Eso explicaba el porqué Hibari quería involucrarse en lo que sucedió en el baile, el porqué siempre sus conversaciones terminaban en averiguar la relación que él y Kyoko tenían y el porqué las insistentes preguntas sobre ella; antes creía que era porque sospechaba fuertemente de la castaña, pero ahora veía con claridad que solamente era un hombre perdidamente enamorado, llegando a lo que se podría denominar obsesionado. 

— ¿Puedes creerlo? —La que vestía de rana habló entre jadeos, exhausta por correr pero feliz por haberse enterado de algo de semejante magnitud—. El gran cretino de Hibari enamorado de nuestra hermosa idol, wow. 

Tsunayoshi giró con rapidez hacia ella, era sumamente extraño escucharla hablar de aquella manera; ¿dónde había quedado su timidez o su respeto hacia Kyoya? 

—Y pensar que ella quiere a Dame-Tsuna —hizo una carcajada estrepitosa antes de retirarse la cabeza del traje que llevaba, dejando a la vista su verdadera identidad—. Oye, Nayuki, hay que decirles a todos. 

—Yo no… —Tsuna también se quitó la cabeza, realizando un contacto visual con la contraria quien se quedó en blanco al descubrir que no era su amiga la que estaba con ella. 

Justo cuando el castaño iba a pronunciar otra palabra, ella dio media vuelta y caminó con rapidez para dejarlo solo; se sentía como una tonta por haberlo confundido con su amistad, mismo modo en que él se sentía. Bueno, uno de los muchos modos. 

Tsuna era un torbellino de emociones, se sentía traicionado, deprimido, desilusionado, preocupado, entre otras cosas. Era difícil para él concentrarse en algo porque otro pensamiento lo interrumpía, tenía tanto en la cabeza que le fue imposible no quebrar en llanto, cosa que no le importó ya que estaba en un salón vacío. 

Sentía como si lo poco que quedaba de su mundo se viniera abajo, de nuevo; su pecho dolía y las grandes lágrimas no dejaban de caer. Si cuando creía que Hibari y Mukuro tenían algo se sintió devastado, ahora se sentía mil veces peor; de profesional de los tontos pasó a ser coronado como el rey de ellos. 

Aunque tenía que felicitar a Hibari, pasar tanto tiempo al lado de su rival amoroso sólo para deshacerse de él no era cosa fácil; lo sabía muy bien porque eso mismo intentó con Mochida, quien creía fielmente que se convertiría en su pareja oficial. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora