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Era lunes por la mañana, un día de clases normal, pero estaban sucediendo demasiadas cosas como para pensar que aquel día era como cualquier otro. 

Lo primero que los alumnos de Namimori vieron sin poder evitar sorprenderse fue un moretón morado pintado en una de las mejillas del temible líder del comité disciplinario, se hacían preguntar el tipo de persona que era capaz de darle una bofetada a alguien tan aterrador y les daba miedo de solo imaginarlo.

Lo segundo que podían resaltar, era el cambio de look de cierto beisbolista llevando en su rostro un par de anteojos nuevos y cuyo cabello paso de negro a rubio en un fin de semana; nadie entendía las razones del porqué había hecho algo así, pero no se quejaban de su nuevo estilo. 

Lo tercero que salió a relucir en aquel día fueron unas fotos muy bien editadas de Gokudera en un bosque con ropa de chica gótica, debía ser un edit porque era imposible que alguien como él estuviera vistiendo aquel tipo de prendas; al menos eso le dejó como enseñanza al peli plateado que su hermana no era una persona del todo confiable después de todo.

Lo cuarto que llamó su atención fue la calvicie de Mochida, el presidente del club de Kendo, ridiculizándolo lo suficiente como para que pensara seriamente en cambiar de escuela y comprar tratamientos caros para que su cabello y cejas volvieran a crecer. 

Y lo quinto a destacar, aunque no muy importante, era el buen estado de ánimo de su preciada idol. Como en los últimos días parecía estar de malas, les agradaba que finalmente las cosas que la estaban molestando hubiesen desaparecido, aunque fuese por un breve momento. 

Aunque la mayoría lo ignoraba,  había una explicación para cada una de las cinco cosas que estaban sucediendo en dicho día. 

Mukuro fue recibido como un héroe por los pocos estudiantes que lo encontraron en la puerta principal, agradeciéndole enormemente por haber actuado con rapidez cuando las telas del escenario se prendieron en llamas, incluso recibió varios chocolates de las chicas que lo encontraron atractivo; Chrome pasó desapercibida por los demás, nadie había notado que estaba siguiendo a su primo desde que llegaron a la escuela, a pesar de que ella también aparecía en el periódico no resaltaba tanto como él. 

Ambos se dirigieron a la sala del comité disciplinario, preparados para continuar con la búsqueda del secreto que terminaría el reinado de Sasagawa Kyoko. 

—Oya, oya, veo que te peleaste con alguien —fue directo al grano después de haber visto el moretón del azabache, dejó las golosinas que llevaba con él en la mesa donde tenía su computadora y una sonrisa maliciosa apareció en su rostro, dispuesto a indagar más sobre la historia de aquella marca—. Debe ser alguien temible para que te haya dejado eso. 

—Aquí está el uniforme que me pidió —Tetsuya se dirigió con rapidez hacia la chica con dos prendas en las manos, preparadas para que las usara. 

Chrome asintió, esta vez le tocaría pasar como un estudiante de Namimori para intentar acercarse a Kyoko y obtener un poco más de información sobre ella, tomó la ropa y dio media vuelta para dirigirse a los baños. 

Hibari puso los ojos en blanco, no tenía ganas de hablar sobre lo que había sucedido la noche anterior, se colocó su chamarra sobre los hombros y salió del lugar sin necesidad de pronunciar alguna palabra; sin embargo, Mukuro no entendió que lo que quería en ese momento era estar solo por lo que lo empezó a seguir, dejando solo a Tetsuya. 

—Vamos, puedes contarme. 

Lo ignoró, acelerando el paso; al parecer tendría que dejarlo atrás hasta perderlo si se quería librar de él. 

Y en el mismo corredor por el que ambos caminaban, pero a dirección contraria de ellos, iban Tsunayoshi y Kyoko avanzando tranquilamente. El azabache y el castaño hicieron contacto visual, sintiendo como si el tiempo se detuviera justo cuando lo hicieron, pero desviaron las miradas al instante; no se detendrían ni un momento para cruzar palabras, a pesar de que era lo que necesitaban hacer. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora