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La gran silla frente al escritorio giró con lentitud, haciendo que un escalofriante rechinido inundara momentáneamente la sala del comité, y exponiendo su rostro ante la chica, hizo una gran sonrisa al darse cuenta de la reacción que había creado en ella. 

—Ku, fu, fu —mantuvo su espalda pegada al asiento, ese aire de superioridad que haría a cualquiera huir en lugar de quedarse lo rodeó, ladeó ligeramente la cabeza como si estuviera sintiendo un poco de compasión por el ser inferior que tenía frente a él y la sonrisa de su rostro se mantuvo intacta; sabía a la perfección las razones del porqué se encontraba ahí y del porqué se había dirigido con tanta confianza a la persona que creyó estaría en ese lugar—. Hibari salió, puedes dejarme un recado y pensaré en dárselo. 

La castaña suspiró con una clara irritación en su rostro, lo que menos quería era lidiar con el estúpido secretario que Hibari sacó de una escuela de mala muerte, volvió a subir la falda a la altura que a ella le gustaba y se dirigió hacia el de cabellos azules que la veía sin pena alguna; no tenía la menor idea de qué tan favorable sería para ella jugar con alguien que se ha estado empezando a hacer cercano a Kyoya, ¿podría tener las cartas a su favor? Lo dudaba pues recordaba con claridad como el muy idiota la había delatado cuando fingió estar buscando unas llaves en ese mismo escritorio. 

—No tengo nada de qué hablar con secretarios temporales —puntualizó sin un gramo de amabilidad, dio media vuelta para darle la espalda al contrario y se sentó en la orilla del escritorio, tomando el calendario plegable que decoraba el mueble—. Has estado aquí bastante tiempo, ¿no? Me pregunto cuándo será que Hibari te eche. 

Arqueó una ceja, intrigado por las palabras escuchadas; quizás no debía de conversar con ella, que lo primero que debió haber hecho fue sacarla de la sala del comité, pero las dudas lo asaltaban. ¿Por qué lo había llamado secretario temporal? ¿A qué se refiere con reemplazo? ¿Había algo que no sabía de Hibari? Se inclinó hacia el frente, apoyando los codos en el escritorio, acortando la distancia que había entre ambos. 

— ¿De qué hablas? —Cayó en su habilidosa trampa porque ella consiguió sembrar la duda en su corazón, esa pequeña cuestión de lo qué sucedería después lo inquietó lo suficiente para aventurarse a escuchar algo a lo que posiblemente no estaba preparado.

Dejó el calendario lentamente, provocando que la mirada del contrario se quedará fija en éste, cruzó las piernas a pesar de que no sería vista por él y dejó escapar una pequeña risa llena de malicia, risa que aparecía cuando lograba lo que quería; cualquier cosa que saliera de sus labios sería inevitablemente creída por él y lo sabía. Tenía el poder de alterarlo como nunca antes y no desaprovecharía la oportunidad. 

—No creo que seas un idiota para que no sepas de lo que estoy hablando—tenía que hacer más creíble su diálogo, esperó paciente a que Mukuro le dirijera la mirada y se encogió de hombros al obtener su completa atención—. Eres de Kokuyo, esto es Namimori. ¿Crees que después de lo que sea que estén planeando va a seguir dejándote entrar? —Calló un par de segundos, dándole oportunidad al contrario a que meditara un poco ante la cuestión que se había planteado desde el inicio de todo aquello y que había querido olvidar para no atormentarse más—. Claro que no —respondió a su propia cuestión, bajando del escritorio con delicadeza—, buscará a alguien más porque así es Hibari; deshecha a las personas cuando ya no le sirven.

Su mirada instintivamente bajó de nuevo al calendario plegable que tenía al frente, queriendo calcular qué tantos días llevaba ayudándole a Hibari con sus extraños planes para tomar venganza, y sintió sus manos temblar al percatarse que poco importaba el tiempo que llevaba ayudándolo; si se encontraba en ese lugar era porque era requerido por sus habilidades con las computadoras, estaba seguro que en el momento que entregara todo lo que había sacado del celular secreto de Kyoko sería echado de la escuela Namimori y nunca más podría cruzar palabra alguna con Hibari. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora