12

227 29 4
                                    

Si hubiese una competencia del más tonto, él pensaba que sería descalificado por no admitir profesionales en el concurso. 

Abrazó con fuerza sus rodillas, dejando que su corazón roto sacara todo su dolor mediante las lágrimas que recorrían sus mejillas sin control alguno. Fue un grave error haber creído el supuesto romance que su mente formó a través de la amabilidad que Hibari le mostraba, debió haber aceptado desde un principio que el único interés del azabache era meramente la disciplina. 

Sus labios evocaron la sensación de su primer beso, convirtiéndolo en algo amargo, humillante y doloroso; su gran error fue haberse hecho ilusiones tan rápido.

Tsuna estaba escondido bajo un nivel de una estantería semi llena de libros, el lugar era oscuro y solitario. Era perfecto para dar rienda suelta a las emociones encontradas y que lo obligaban a mantenerse oculto hasta que pudiera regresar a su hogar sin que los demás se dieran cuenta de lo que le había sucedido. 

A sus pies notó una luz amarillenta entrando al lugar, indicándole que alguien acababa de abrir la puerta, aguantó la respiración esperando a que no se tratara de alguna pareja que quisiera pasar un rato a solas y apretó con fuerza los labios para detener un momento su llanto.
 

Mukuro chasqueó la lengua al ver a Hibari irse a toda velocidad después de haberse cambiado a una velocidad que cualquier idol en pleno concierto le gustaría tener; había sugerido ir él detrás del castaño para explicar lo que había sucedido, pero el gruñón de Kyoya le advirtió que se mantuviera alejado y que no se metiera más a menos que quisiera ser vetado de por vida de la escuela Namimori, sin mencionar la asegurada paliza que le daría. 

Aunque le parecía divertido las ideas que debían estar surgiendo ahora mismo en la mente de Tsunayoshi, no quería echar a perder el romance que Hibari quería tener. 

Dio un largo suspiro, era claro que estaría fuera del caso una vez consiguiera sacar toda la información del miserable celular que tenía en sus manos, conectó el móvil a su computadora para poder manipularlo desde ahí y se concentró en el código que debía de teclear; sabía a la perfección que cuando Hibari regresara le exigiría nombres de las personas que fueron participes de algo tan siniestro. 

Y en lo que su programa le daba resultados, decidió pasearse por las cámaras de la escuela en busca de aquel par; quizás Kyoya seguía sin poder encontrarlo y podría darle puntos si le decía su ubicación. Cambió de imágenes hasta que se detuvo en la biblioteca, ahí estaban los dos conversando, activó el audio para poder escuchar lo que decían y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro; sin embargo… Sus ojos se desplazaron a una miniatura que había en la esquina, dos jóvenes se dirigían hacia el lugar donde estaban ellos. ¿Debería detenerlos? 

No podía dejar la sala del comité de disciplina abandonada, no había nadie que estuviera cuidando la entrada, aunque normalmente nadie solía aparecerse por ahí por voluntad propia, pero tampoco quería que arruinaran la conversación que Hibari y Tsuna estaban teniendo, sería un problema si el azabache no consigue aclarar las cosas con él. Resopló. 

Cambió de pantalla para ver el progreso de su programa en ejecución, aún faltaban varios minutos para obtener lo que necesitaba, su mirada bajó para ver el reloj de su computador e hizo cálculos mentales con rapidez; si no se equivocaba, Chrome estaría llegando en cinco minutos más y Tetsuya podría aparecer en cualquier momento. «Bueno —pensó—, no creo que suceda nada en un par de minutos».  

Salió de la sala a dirección a la biblioteca, si se apresuraba alcanzaría a detener a ese par de chicos antes de que interrumpieran, pasó de lado de una castaña que se detuvo al identificar su uniforme y caminó escaleras abajo sin darle importancia. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora