5

399 49 14
                                    

— ¿Uh? —Nana ladeó un poco su cabeza, curiosidad por la relación que ambos podían tener, entró a la cocina atrayendo la atención de los dos chicos y una sonrisa de oreja a oreja apareció en su rostro cuando notó los platos vacíos; después agradecería como era debido a Hibari por su ayuda, pero ahora le ganaba más averiguar lo de ellos dos—. ¿Reborn-san ya lo conocía? 

—Es un delincuente —respondió sin vacilar, desafiando al contrario con su mirada para batirse en un combate a puño limpio. 

Reborn lo conocía de aquella manera por situaciones en la que lo había sorprendido hurtando, aprovechándose de los más débiles y haciéndose respetar mediante golpizas e intimidaciones; no importaba el lugar que fuera, él conseguía lo que quería sin importarle quién estuviera en medio de su camino. Aunque era el tipo de personas con el que formaría alguna clase de vínculo —con tal de conseguir beneficios—, le guardaba cierto rencor por algo que había descubierto gracias a sus pocas observaciones. 

Los dos tenían la similitud de hacer cumplir sus reglas mediante maneras poco ortodoxas, le agradaba hasta cierto punto compartir esa característica; sin embargo, le molestaba enormemente el trato especial que le daba a su tierno e inocente alumno. 

Le perdonaba algunas faltas disciplinarias, otras veces los castigos no eran tan pesados como se los daba a los demás y de vez en cuando le otorgaba ciertos beneficios que a ningún otro le daría; y todo eso solamente podía significar una cosa: el maldito delincuente, el imbécil de Hibari, estaba enamorado de Tsunayoshi. 

Su interior ardía de rabia de solo pensarlo; le provocaba disgusto de solo imaginarse a Kyoya aprovechándose del castaño. ¡No! No permitiría que aquel desgraciado le ponga una mano encima, primero lo mataría. 

— ¿Delincuente? —Repitió confundida, temiendo haber escuchado mal la palabra que usó el contrario, dejó su mirada en el joven que se mantenía callado y se encogió suavemente de hombros; no lo conocía del todo, eso era un hecho, pero tenía la corazonada de que él no era como Reborn aseguraba. 

—Largo —ordenó en voz arisca, señalando con su dedo índice la puerta que daba al patio trasero, negándole de alguna forma el qué saliera por la puerta principal, y observó atentamente los ojos grises que le trataban de dar alguna clase de advertencia; sabía que si estuvieran en algún otro lugar ya se hubiesen ido a los golpes. 

— ¡Reborn-san! —La adulta no le agradó la forma en la que el mencionado lo estaba tratando, se giró, apenada, hacia el joven que se mantenía callado y juntó sus dos manos, pidiéndole una disculpa por el comportamiento del veinteañero—. No le hagas caso, Hibari-kun —lo tomó del brazo para caminar con él hasta la entrada principal de la casa, dejando solo al tutor de patillas rizadas—. Eres bienvenido a esta casa cuando quieras. 

—Gracias —Kyoya salió de la casa, siendo seguido por la mayor, y se detuvo antes de cruzar el portón; no sabía con exactitud si tenía que decir algo más. 

—Um… —Miró con rapidez hacia la ventana donde se encontraba la habitación de su hijo y permitió que un suspiro pesado saliera de entre sus labios, reflejando la preocupación que aún estaba presente en ella—. ¿Sabes qué le sucedió? 

—No —respondió sin vacilar, él no era la persona indicada para hablar sobre las desgracias del castaño. 

—Si averiguas algo… ¿Podrías decirme? 

♡   ♪   ♡   ♪   ♡

Hibari observó nuevamente la pantalla de su celular, leyendo los nuevos contactos agregados en su lista; Nana le insistió en intercambiar números en caso de que lo requiriera, no podía negarse si quería sentir que había hecho un avance con Tsunayoshi. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora