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—Ah, eres tú.

El castaño giró, extrañado de no escuchar la voz de Hibari. El que acababa de salir era un desconocido de ojos bicolor, con un peinado que le recordaba a una deliciosa piña. Ladeó su cabeza, preguntándose el motivo de que él estuviera donde Hibari, ¿serían amigos? Lo dudaba, creía firmemente que el círculo social del azabache se limitaba a la escuela Namimori únicamente, era extraño pensar lo contrario.

—Sawada, ¿no es así? —Una sonrisa se formó en su rostro, deteniendo su andar a escasos centímetros de él.

Tsuna tuvo que mirar hacia atrás, aún sabiendo que lo que encontraría sería su propio reflejo en la ventana; no entendía por qué alguien tan... Estuviera hablándole a un perdedor debilucho. Asintió una vez con la cabeza, desbordando curiosidad.

—Ku, fu, fu, fu —tenía unas enormes ganas de soltar la lengua, contar hasta el mínimo detalle de todo lo que Hibari había estado haciendo, pero no era el momento—. Eres amigo de Hibari, ¿no?

— ¿Sucede algo malo? —Su voz tembló ante la repentina cuestión al mismo tiempo que sus ojos se abrían más de lo que ya estaban.

Justo la reacción que buscaba; no era suficiente para comprobar algo, pero le bastaba como indicador de una buena señal.

—Es su prima —suspiró con preocupación, dando todo de él en su actuación, apoyó su espalda contra los grandes ventanales y alzó su mano, obteniendo así una pose de desbordante drama—. Quiere entrar a la casa de los sustos, pero solo es para parejas —colocó ambas manos en su cintura, girando para volver a darle el frente—. Hibari me pidió que la acompañara, pero estoy muy ocupado...

—Voy yo —se ofreció sin vacilar, si podía ayudar de alguna forma a Kyoya entonces lo haría, dio media vuelta para regresar sus pasos y, justo en el inicio de las escaleras, se detuvo en seco, recordando que no sabía a dónde tenía que ir—. Eh...

—Segunda planta, salón 2-A, ku, fu, fu, fu.

Maldita sea, justo el lugar que quería evitar.

Tembló al asentir con la cabeza, recordándose a sí mismo que lo haría por el azabache. Bajó las escaleras con lentitud, deseando que su buena suerte de mantenerse intacto de esos horribles comentarios siguiera con él, y observó la gran fila que salía de su salón de clases, tratando de encontrar entre la multitud la chica que debía estar sola.

Se preguntaba qué clase de relación tenían ellos dos, esa persona misteriosa de peinado en forma de piña parecía tener la suficiente libertad como para entrar y salir de la sala del comité sin problema alguno.

Tsuna siempre había creído que Hibari no tenía familiares, que andaba solo por la vida, así que sentía algo de emoción por conocer a alguien que debía ser cercano a él.

Se detuvo al notar una chica solitaria esperando su turno. Era increíblemente parecida al demonio de Namimori, no había duda alguna que fuera su prima, a menos que... No, no, eso debía ser imposible.

Sus miradas se encontraron y la situación empezó a ser incómoda; el castaño se acercó a ella, con una sonrisa torpe en su rostro, nervioso de la situación en la que se encontraba.

—Lo siento, hola —empezó a hablar con tropiezos, estaba seguro que en un descuido mordería su lengua por accidente—. ¿Eres familiar de Hibari-san? Me enviaron para acompañarte... —Desvío la vista al percibir un aura de enfado alrededor de la joven—. ¡C-Claro, si quieres!

♡ ♪ ♡ ♪ ♡

Gokudera suspiró, odiaba tener que esforzarse para algo tan estúpido y leyó otra vez los mensajes que le había estado mandado al castaño sin recibir respuesta alguna, se preguntaba si había decidido en asistir al festival después de todo.

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora