Capítulo 11

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En una de las criptas de la iglesia, dónde se almacenan toda clase de documentos con información acerca de los dioses y objetos sagrados, tres personas se encuentran en una mesa con la mirada fija en los documentos extendidos sobre esta.

Uno de ellos, de pequeña estatura, se deja caer en una de las sillas en una pose aburrida, mientras pasa los dedos por las cuerdas de su lira, creando una melodía suave que irrita más al de pelo castaño. La mujer de pelo morado frunce el ceño mientras coge otra de las hojas sueltas que hay frente a ella, leyéndola en voz baja. 

- Yo no veo nada.

- Es que no hay nada. ¿No podemos simplemente dejar esto e ir a beber? - para un momento la melodía, dirigiendo su mirada al castaño, pero al ver que frunce el ceño en su dirección vuelve a dejarse caer en la silla de forma dramática.

- Os he dicho que lo he visto.

- Pero es que no hay nada Zhongli. - la mujer lo mira de forma dudosa. - ¿No puede ser que te hayas confundido?

- ¿Cómo iba a poder confundirme con algo así?

- Tal vez solamente fueran reflejos del sol.

- Tal vez eres demasiado viejo y estas perdiendo capacidades visuales.

Ambos arcontes hablaron a la vez, haciendo que la mirada de los dos mayores se dirijan hasta el de la lira.

- Venti, somos arcontes, no podemos perder capacidades visuales.

- Puede que seas la excepción que confirme la regla. - el pequeño chico de pelo bicolor se encoge de hombros en un gesto despreocupado.

Tanto el castaño como la pelimorada sueltan un suspiro, uno de ellos molesto ante la despreocupación del menor y el otro simplemente agotado. No es un secreto que a Venti no le importa tanto su puesto de arconte como a otros. Eso no significa que no se preocupe por la gente de su tierra, simplemente no lo ve como algo por lo que estar siempre alerta, prefiere disfrutar de su vida que centrarse en sus responsabilidades.

- Ei, tu me crees, ¿verdad?

La mujer mira al castaño de una forma extraña que él no sabe interpretar.

- No lo sé Zhongli. Dijiste que estaban haciendo ejercicio. Tal vez debido al sudor solamente fue un reflejo por la luz.

Ambos arcontes se asustan ante el reciente golpe y miran a Zhongli de forma sorprendida. Este había dejado caer sus manos de forma brusca en la mesa, golpeando esta de forma irritada. Tanto Ei como Venti se miran entre ellos por unos pocos segundos de forma asustada. El castaño no es alguien fácil de sacar de sus casillas, por lo que verlo en este estado hace que ambos se preocupen.

- Os estoy diciendo que vi las marcas en su espalda. ¿Tan difícil es asimilarlo?

Venti lo mira de forma dudosa y se acerca a él con movimientos lentos, como si Zhongli fuera un animal que se siente amenazado y que puede atacar en cualquier momento.

- Nos resulta extraño de creer porque si fuera así ya nos habríamos enterado antes, ¿no crees?

- No podemos estar seguros de eso, los dioses son demasiado egoístas.

La mujer suspira y se levanta, recogiendo todos los papeles hasta hacer una pila con estos. Después los coge en brazos y se gira en dirección a un cofre que hay al fondo de la habitación, donde los guarda y luego cierra el cofre con una llave.

- ¿Te quedarías más tranquilo si los vigiláramos?

Ambos ven como Zhongli asiente y ella suspira, volviendo a sentarse en una de las sillas que rodea la mesa. Pasa las manos por su rostro en un gesto cansado y deja las palmas de estas sobre sus mejillas, mientras vuelve a mirar a los dos hombres que se encuentran frente a ella. Genial, quién habría pensado que al salir de esta reunión tan "urgente" sería la niñera de unos jóvenes pubertos.

La caída de Kaenri'ah // CHILUMI (Genshin Impact) // TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora