12. Agradablemente vulnerable

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Como en una nube, así se sentía.

Si bien la llegada a San Francisco fue un poco caótica al principio, al no tener un piso donde quedarse las dos primeras semanas, desde que Clarke Griffin intervino en su camino, todo había resultado encauzado.

Nunca había tenido problema para adaptarse a los cambios, aunque su capacidad adaptativa mejoró mucho más tras iniciar su transición y descubrirse a sí misma y ante los demás como una mujer, dejando atrás a «Álex», ya desde que era un niño tenía esa habilidad. Enfrentaba los cambios con relativa facilidad, y quizás en eso tenía que ver su carácter sencillo y desenfadado, la capacidad de ceder mucho, incluso aunque a veces resultarse inconveniente. La cuestión es que, al menos al principio, los cambios en su vida habían sido leves, salvo la aparición de Liv, cuando tenían seis años, todo lo demás había resultado relativamente monótono, hasta el instituto, su lío con Beth Martin y su posterior inicio de transición. Su cambio personal e intransferible, el más grande al que se había enfrentado nunca, uno que la mayoría de las personas nunca tendrían ni que imaginar pasar. Tenía que admitir que esos cambios se hicieron más amenos al tener a Liv y a toda su familia apoyándola; la forma en la que su cuerpo se transformó, junto a su mente, el pasar a ser lo opuesto a lo que había sido físicamente hasta entonces: ahora una mujer, una chica joven con pechos desarrollados, aunque no demasiado grandes, con una voz mucho más fina, una piel más suave, un cabello más espeso y brillante... Y esa felicidad que sintió cuando alcanzó sus objetivos, el sentirse ella misma había sido el mayor cambio jamás sucedido, el mejor de todos.

Ocurrió lo mismo cuando empezó la universidad y se mudó a Denver, otro paso importante, ayudada por Liv, Kian y Nyam, además de las Purple Panthers en grandes ocasiones. También, finalmente, la elección de mudarse a Francia para estudiar sus posgrados, aunque allí tuvo a Geneviève al poco tiempo, pero su capacidad de adaptación era así de eficaz. Tenía que admitir que influía el tener un fuerte pilar en el que apoyarse y confiar tras cada nueva aventura que afrontaba en su vida, y, en esa ocasión, Clarke Griffin se había convertido un su soporte inicial en San Francisco.

En cualquier caso, con la camarera sentía algo distinto a como había sido con Liv a los seis o con Geneviève a los veintiuno. No sabía si porque la ciudad de la bahía incluía también un asentamiento más adulto: su primer trabajo de lo que siempre había soñado, participar en el proyecto alternativo de enseñanzas para su universidad, plantearse un futuro fundamentado y firme, tal vez encontrar una persona con la que compartirlo todo y poder, quizás, formar una familia. No tenía ni idea de si todos esos matices que rodeaban su vida actualmente influían en cómo le hacía sentir Clarke, pero más parecía que ese poder era único y exclusivo de la camarera, y que todo lo demás eran casualidades que la beneficiaban a ella, al margen de su nueva vecina, que tenía la fuerza de atracción suficiente como para hacer que todo a su alrededor se viese genial y perfecto, siéndolo o no.

Lo que sentía es que le iba bien cada punto de su nueva vida en San Francisco, y que Clarke Griffin era como la guinda del pastel, una mujer increíble que cada día llamaba más su atención.

Desde el primer encuentro, cuando la camarera fue a buscar a su sobrino aquel viernes, hasta la salida del sábado anterior, cuando la ayudó a comprar cosillas para los pequeños Woods en camino y sus afortunados papás, un paseo que habían extendido a gran parte de la tarde. Cada momento compartido con Clarke le hacía querer más, necesitar más. Y, lo dicho, no era como con Liv, a la que reconoció desde el primer instante como su mejor amiga, tampoco como Geneviève, con quien conectó desde el práctico principio en Francia y se convirtió en su compañera de aventuras europeas. No era amistad como con Kian o las Purple Panthers, ni un efecto hormonal activo como lo fue con Beth o Judit, teniendo un lío erótico festivo sin esperanzas de ir más allá, cosa que también sucedió con Geneviève, solo que con la chica gala hubo una amistad más profunda detrás.

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