Las primeras semanas tras empezar la hormonación fueron bastante duras, aunque no peores de lo que había imaginado, pues su supuesto mental fue el más catastrófico, con el fin de que todo lo que pudiese venir fuese mejor.
El problema principal fue el lento cambio, prácticamente inexistente hasta que pasaron casi cuatro meses de la primera inyección y la toma de pastillas. Era algo que el doctor Raway le había repetido en varias ocasiones, y que le recordaban cada vez que tenía que acudir a pincharse a la clínica, pero eso no lo hacía más sencillo. El problema no era la lentitud del cambio en sí, era el hecho de no poder ser ella misma fuera de casa aún, más cuando empezó el verano, pues la época estival daba demasiado tiempo libre y muchas ganas de salir. Ir a la piscina o pasar una tarde en el parque del pueblo, pasear por la ciudad y tomar un helado en la plaza central, cosas que quería hacer pudiendo mostrarse como se sentía, pero su cuerpo no había cambiado apenas nada, así que no se atrevía a «salir del armario» públicamente. Con todo, en casa sí podía ser ella misma, se cambió de habitación con Jess y empezó a aprender a sacarse partido como mujer, para cuando tuviese un cuerpo y apariencia más parecidos a los que esperaba.
Notó un cambio interno, eso sí, a pesar de que físicamente no se notaba aún, empezó a sentirse diferente, por decirlo de alguna manera. Lo primero anatómico que sufrió fue, como le habían advertido, una bajada brutal de libido, que ocurrió al mes, además de que dejó de padecer erecciones mañaneras y espontáneas de cualquier tipo. Se sentía algo más cansada de lo habitual, y no ayudaba el calor pegajoso del verano, le apetecía estar más tiempo tumbada medio espatarrada en la cama con un ventilador o comiendo helado, que hacer «vida normal». Por otro lado, sintió como que su temperatura corporal había bajado ligeramente, sus manos jamás habían estado frías y ahora era frecuente que así fuera. Con más semanas pasar, también notó que necesitaba dormir menos horas que antes, así que, a pesar de sus pocas energías iniciales, el día le daba para mucho más.
Los siguientes cambios tardaron bastante más en llegar, comenzando después de los tres meses, con lo que ya se situaron en septiembre y el inicio del curso escolar. La decisión la tomaron a mediados de agosto, consultando con la psicóloga Jenkins y el doctor Raway qué sería lo mejor. La idea de empezar el penúltimo año de preparatoria con el cambio en pleno apogeo sería muy complicada en términos personales y sociológicos, sería más fácil su integración en el entorno estudiantil si su transición estuviese más avanzada, algo para lo que faltarían aún unos meses más. Estaba claro que plantearon inscribirla en otro centro para evitar que sus antiguos compañeros la relacionasen con Álex, pero el problema era el mismo, su transición apenas comenzaba a mostrar efectos tangibles y, además, resultaba muy complicado encontrar plaza tan cerca del inicio de curso. Por otro lado, en el instituto Harmon había alumnos realmente imbéciles, y también algunos profesores, pero tenía una política de integración medianamente buena, en comparación con otros centros educativos de la ciudad, también disponían de una actitud de intolerancia a la discriminación y a la violencia.
Determinaron que el Harmon sería la mejor opción finalmente, ya que trataron con el equipo directivo del centro la realidad que acontecería cuando volviese y obtuvieron todo el apoyo de la jefatura y de la directora. Prometieron implementar algún curso de sexualidad y transexualidad, introduciendo el tema a los chavales para evitar el choque más fuerte, además de vigilar y proteger su integridad, una vez volviese al instituto. Sabían que no podrían controlar a todos los adolescentes del centro, pero serían de lo más intransigentes con cualquier tipo de violencia.
En lo que no alcanzaron a ponerse muy de acuerdo fue en cuándo volver al instituto. Lorraine le había dicho que sería cuestión de analizar los pros y contras de incorporarse en septiembre o hacerlo más adelante; no le podía dar la verdad absoluta, pero le recomendaba esperar a que se sintiera cómoda consigo misma lo más posible. Sus padres la dejaron decidir, haciéndole prometer que estudiaría desde casa para no perder el año escolar, y que solo tendría que realizar los exámenes y trabajos para poder presentarlos y aprobar el curso. Finalmente, y tras varias horas de debate con Liv, que le ayudó a crear la tabla de pros y contras, decidió tomar el primer semestre desde casa, a la espera de ver cómo iba su transición en enero, cuando empezase el segundo.
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Somos irrepetibles
FanficClarke Griffin es una amante de los animales, veterinaria de formación, aunque trabaja de camarera hasta encontrar algo de lo suyo. Afortunada a nivel familiar, pero sin suerte en la vida laboral ni emocional, ya ni recuerda cuándo fue la última vez...