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Horacio jamás se imaginó que aquel detalle iba a ser el primero de muchos otorgados por Viktor Volkov, a partir de ese día cada viernes sin falta a las 10 de la mañana tenía sobre su escritorio una hermosa flor de distinto tipo cada vez junto a una pequeña nota en la que Viktor intentaba expresar su amor por el moreno.

Después de la cuarta nota recibida, Horacio decidió que era hora de hablarle directamente a Viktor para agradecerle ya que hasta ese día estuvo mandándole su agradecimiento con Carla como había hecho el primer día.

Ha pasado tres meses ya con esa rutina y no puede evitar sentirse bastante feliz cada viernes como si se tratase de un pequeño niño a punto de recibir sus regalos de navidad; a estás alturas ninguno de sus compañeros de trabajo pudo evadir la repentina felicidad de Horacio y los más curiosos pudieron notar como cada viernes en la mañana el joven de ve recibiendo una flor diferente generando distintas teorías entre el personal sobre quién puede ser la misteriosa persona que al parecer intenta conquistar al jefe.

A pesar de la indudable felicidad que le ha provocado a Horacio el actuar de Viktor estos últimos meses aún no se ha permitido perdonar por completo la decisión del ruso de hace años, está enamorado de él y eso lo tiene bastante claro, incluso puede asegurar que después de todo jamás dejo de estar enamorado; sin embargo, ese sentimiento no suprime el miedo que siente al pensar en que podría volver a dejarlo de un día para el otro, pensar en que Viktor pueda llegar a preferir cumplir los deseos de su padre de nuevo hace que a Horacio se le forme un nudo en su garganta y las dudas invadan de inmediato su cabeza creando varios escenarios cada uno peor que el anterior.

Y es que a pesar que su corazón le grite que se deje llevar y sea feliz junto a su alma gemela, prefiere escuchar a su cabeza que le dice que debe ir con cuidado y evitar salir lastimado nuevamente.

Un sábado lluvioso en la noche, Horacio se encuentra sentado en su cama con la espalda contra la cabecera de esta envuelto en una cobija y con una taza de chocolate caliente en una de sus manos, mientras que con la otra se dedica a tomar una por una cada nota que recibió sin poder contener la enorme sonrisa y el brillo en los ojos que las palabras allí escritas le provocan.

       "sé que dijiste que no sabes si quieres tenerme de vuelta en tu vida y sé que lo que hice es difícil de perdonar pero quiero demostrarte que realmente me importas y te quiero de vuelta. Esta mariposa representa la marca imborrable que dejaste en mi alma.
                                         -Viktor Volkov."

No pudo evitar llevar sus dedos a tomar el hermoso dije de mariposa que reposa en su cuello sonriendo ampliamente mientras recuerda el día en que recibió aquel regalo; tomó la nota del viernes siguiente.

         "Cuando te vi por primera vez me perdí inmediatamente en tus tan únicos y hermosos ojos; ese día sentí una inmensa necesidad de tenerte cerca y estoy seguro que la mejor decisión que he tomado en mi vida fue permitirme entrar en tu vida.
                                       -Viktor Volkov."

Sus recuerdos ahora fueron dirigidos a aquel primer día como pasante en la boutique de los Volkov, hace unos años afirmó que su peor decisión fue postular en la vacante de aquella pasantía, aunque a juzgar por la enorme sonrisa que no abandona su rostro hace tres meses se podría decir que se retracta de aquellas palabras.

         "Hace poco me fijé en unos girasoles, no pude evitar pensar en ti porque eres una hermosa luz difícil de olvidar; con tu alegría logras hacer que hasta la más oscura habitación se ilumine y sin duda me encantaría que me permitieras tener ese increíble brillo tuyo en mi vida.
                                      -Viktor Volkov"

Aquel día la nota no vino únicamente acompañada con un hermoso girasol, si no que también tenía un lindo suéter de lana color azul con lindos detalles de pequeños girasoles en el bordo inferior.

            "Horacio Pérez, tú eres esa chispa de felicidad y rebeldía que durante mucho tiempo sin saberlos estuve buscando; tú le diste sentido a una vida sin expectativas y me hiciste querer conocer lo que es la verdadera alegría.
                                  -Viktor Volkov."

Esa nota en particular lo hizo sentir bastante bien, el saber que gracias a él Viktor conoció lo que es desafiar los límites y sentirse realmente feliz hace que Horacio tenga un lindo sentimiento de orgullo dentro de él; impulsado por esto fue que decidió pedirle el número telefónico de Viktor a la señora Carla para así poder agradecerle directamente por el detalle y secretamente escuchar esa voz que había estado extrañando por mucho tiempo.

A partir de ese día ambos se estuvieron mensajeando frecuentemente aunque sus interacciones seguían siendo bastante formales y poco extensas debido al miedo instalado en el menor por llegar a verse entregando demasiado nuevamente a la misma persona que lo hirió hace años.

       "No te imaginas lo mucho que extrañé tu voz durante estos cinco años, desde el primer día se convirtió en mi sonido favorito, aún lo sigue siendo, aunque me encantaría poder escucharla de manera más frecuente.
                             -Viktor Volkov."

      "Hay algo que extraño mucho de ti y es cuando compartíamos un domingo entero en el sofá de tu casa con una manta sobre nosotros mientras veiamos un montón de películas de romance que siempre te hacían llorar con sus finales; así que, ¿Te gustaría compartir una noche de películas conmigo desde la distancia?
                                        -Viktor Volkov."

Para ser honesto Horacio también extrañaba esos domingos de películas, sobre todo porque siempre al terminar la película tenía los brazos de Viktor abrazándolo o una de sus manos haciéndole cariños en el cabello, por esto tras recibir la nota inmediatamente llamo a Viktor y le comento que le encantaría compartir de una película más con él; así fue como ese viernes en la noche ambos chicos se encontraban en sus camas disfrutando de una película sintiendo la compañía del otro a pesar de no tenerse cerca.

Ese pequeño acercamiento ablando un poco la coraza que Horacio había formado para impedir que el ruso volviera a entrar en su vida y tal vez esa noche se haya quedado pensando en qué no sería mala idea darle una segunda oportunidad a quien considera el amor de su vida.

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