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San se encontraba ordenando su habitación mientras Luofei esperaba a Chaewon para darle clases en el salón. Ya estaba por cumplirse un mes desde que aquellas clases empezaron. San y Chaewon aún no tenían mucha confianza entre ellos, la joven siempre intentaba hablar de su padre cuando quedaban a solas, pero Choi lograba evitar dar explicaciones hasta que Luofei regresaba como si de un ángel se tratase. No le caía mal Chaewon, al contrario, creía que era un niña muy inteligente e interesante, simplemente le incomodaba el hecho de que siempre intente sacar el tema de su noviazgo con Wooyoung.

En cuanto a él, no solían verse, ni siquiera se dirigían la palabra. Wooyoung llevaba y recogía a Chaewon de sus clases, pero San siempre estaba escondido en las sombras de su habitación cuando el hombre llegaba. Sin embargo, en varias ocasiones, para miseria de San, a veces era él quien le abría la puerta. Pero no pasaban de un "hola" y "adiós" amargo.

Lo que ninguno sabía era que sus corazones comenzaban a desearse cada vez con más fuerza. Pero eran demasiado distraídos como para notarlo.

—Demonios, si que tienes un chiquero aquí...

Se sobresaltó al escuchar una voz femenina a sus espaldas. Volteó, aún con aquella sucia camiseta blanca en manos, y abrió los ojos en demasía cuando detalló a la chica de cabello pelinegro que observaba su habitación como si se tratase de una galería de arte.

—¿Qué haces aquí?

La chica dirigió su vista hacia él y le dedicó una mirada de reproche mientras fruncía sus labios.

—¿No puedo venir acaso? Yo estoy pagando esta casa, Choi.

Ambos quedaron en silencio. Mirándose fijamente como si de esa forma pudieran decirse las mil y un cosas que estaban pensando. Parecía que el silencio sería eterno hasta que, sin nadie predecirlo, las risas de ambos se unieron en una melodiosa armonía. San soltó su vieja ropa y corrió a lanzarse a los brazos de la chica, quien lo recibió gustoso dejando un par de caricias en su cabello.

—Tienes un pie en la tumba, pero aún eres un bebé.

—Cierra la boca.—Protestó dándole un pequeño golpe en el estómago a Hyejoo.

—Yunho también vino. Bajemos. Te ayudaré a ordenar después.

No hizo ninguna queja ante la propuesta de su amiga y caminó junto a ella hacia el salón, lugar donde Yunho y Luofei compartían anécdotas con tazas humeantes de té en sus manos. Se acercaron a la pareja y San carraspeó intentando llamar su atención. Supo que lo consiguió cuando un muy enorme Yunho colgaba de sus brazos en un adorable, y muy incómodo, abrazo.

—Te extrañé tanto, niñato.—Decía el mayor revolviendo sus cabellos. San no protestó, él también lo había extrañado, aunque fuera la persona más molesta que haya pisado el planeta tierra.

—También te extrañé. A ambos en realidad.—Corrigió dedicándole una sonrisa a Hyejoo.—¿Por qué dejaron de venir? No recuerdo haberlos echado de mi casa.

—Demasiado trabajo.—Renegó Hyejoo recostándose sobre ese viejo sofá mientras le daba un sorbo a la taza de té de Yunho, este quejándose al instante.—¿Por qué a todos los bebés se les ocurrió nacer en Febrero?—San rió tomando asiento a su lado, al igual que Yunho. Luofei observaba la escena encantada, jamás había visto a San sonreír tanto como en ese momento.—¿Y tú? ¿Alguna recaída?

—Pues... Yo...

—Silencio.—Interrumpió Yunho.—Que responda Luofei, tú vas a mentir.

San rodó los ojos y miró a su amiga, haciendo una seña con su cabeza, indicándole que tenía el permiso para decirles todo lo que quisiera.

Eclipse || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora