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—¿Tú planeas volver a ayudar a Wooyoung luego de toda la mierda que te hizo, Choi San?—Hyejoo estaba hecha una furia. La hamburguesa que estaba comiendo ahora era un muy asqueroso puré. Yunho solo miraba a su amigo con una expresión de sorpresa—Te volviste loco ¡Ese tipo no merece tu tiempo!

—Sabes que me da igual tu opinión, Hyejoo. Lo haré de todas formas. Con o sin tí.

Hyejoo bufó. Su mejor amigo era un terco, y aquello siempre lo llenaba de problemas. No es necesario aclarar por qué le parecía tan mala idea que San vuelva a meterse en la vida de Wooyoung. Pero, en resumen, no quería ver a su amigo recaer, no luego de enterarse que estuvo a punto de quitarse la vida.

—Eres tan idiota.—Se quejó. San la miraba sin expresión, creyendo que de esa forma lograría que Hyejoo se ponga de su lado.—... Bien. Te ayudaremos. Pero... Si vuelve a hacerte daño, una sola vez, terminaremos con esto.

San asintió con una sonrisa enorme en su rostro. Ya estaba planeando todo, y tenía la esperanza de que todo saldría bien esa vez.

Y absolutamente nadie saldría herido.

No lo permitiría.

(...)

Chaewon metía su ropa en esas enormes bolsas con lágrimas en sus ojos. Desde el marco de la puerta, su padre la miraba con tristeza.

Para que comprendan mejor, debemos regresar a la hora del almuerzo. La imperfecta familia disfrutaban de un delicioso postre. Realmente digo "disfrutaban" para hacer todo esto un poco menos cruel. Pero la realidad era que solo Jihan lo hacía. Wooyoung no había tocado su plato, su mente era invadida por las palabras de San. Aún sentía sus dedos quemando la piel de sus mejillas, y aquellos pequeños besos que el mayor le regaló no hacían más que sacarle suspiros. Por el lado de Chaewon, la niña prefirió no comer su postre. Digamos que su madre no era muy amable a la hora de hablar de su peso.

—Come, Chaewon.

La chica suspiró. Realmente no quería hacerlo. No quería subir de peso, no quería verse gorda. No comprendía qué era lo que estaba mal en eso, pero para su madre era el mismísimo infierno. Y si su madre creía eso, debía de ser verdad.

—No tengo hambre, mamá.

Jihan miró a su hija fijamente y en segundos su mano estaba levantada sobre el rostro de Chaewon. Por un momento, la niña pensó que recibiría un golpe, por era razón cerró fuertemente sus ojos esperando el impacto. Impacto que jamás llegó. En su lugar, una delicadas caricias se instalaron en su mejilla. Abrió sus ojos y se sorprendió al ver al dueño de aquellos mimos. Su madre. Era la primera vez en años que la mujer se acercaba a ella de esa manera. La forma de demostrar amor de Jihan era ayudarla a mejorar su cuerpo, por lo que casi tembló cuando su madre volvió a acariciar su mejilla. Wooyoung, quien ya había dejado de pensar en el hombre de aquella casa vieja y rota, miraba a Jihan brindándole cariño a su hija con el entrecejo fruncido. Tanto él como Chaewon, parecían completamente confundidos.

Por supuesto, no es que un rayo de luz divina había caído justo sobre Jihan y que, por esa razón, la mujer ahora era una madre cariñosa. Claro que no. Eso jamás sucedería.

—Te comprendo, cariño...—Murmuró la mujer.—¿La ropa ya no te queda, cierto?—Fue justo ahí cuando Chaewon dejó de disfrutar aquellas caricias, y en su lugar una sensación de incomodidad invadió su ser.—Tengo una idea.—Volvió a hablar, sus ojos brillando.—Tira a la basura absolutamente todo, mañana iremos a comprar ropa. ¿Qué te parece?

Chaewon creía que Jihan quería cambiar, y que aquella era su forma de convertirse en una buena madre. Pero dolía, dolía como mil infiernos que su madre solo se preocupara por ella cuando se trataba de su cuerpo.

Eclipse || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora