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El martes Wooyoung enfermó.

Para su mala suerte, su esposa ese día estaba más furiosa de lo normal. Y todo el enojo que sentía recaía en el pobre y enfermo chico que descansaba sobre su cama.

Lo único que agradecía de aquello, era que Chaewon había faltado a la escuela para cuidarlo. La niña aparecía cada cinco minutos en su habitación para asegurarse de que todo estaba bien. De vez en cuando, le llevaba comida o tomaba su temperatura.

En cuanto a Jihan, ella hablaba animadamente con sus amigas en el salón escaleras abajo.

—Me tiene harta, se los juro.—Decía.

—Pero estás haciendo bien.—La animó Jaehee.—Seguiste nuestros consejos y gracias a eso ahora no tienes una vida de mierda.

—Exacto.—Coincidió Soojin mientras se metía a la boca otro pedacito de tarta de chocolate.—Tienes una bonita casa. Dinero. Muchos chicos detrás... Chaewon puede mejorar sus notas.

—¿Y el otro?—Bufó la dueña de la casa.—Sigue con su idiotez, siempre le saca un vestido amarillo a Chaewon y es... Asqueroso.

—¿Sigue haciendo eso?—Esa era Soeun.—¿Estás segura de que Wooyoung no es marica, Jihan?

—Demonios, no quiero ni pensar en algo tan desagradable.—Murmuró con una mueca de asco.—A veces pienso que se va con hombres por ahí. Hay días en los que dice que irá a buscar a Chaewon en la casa de su profesora de chino y vuelven extremadamente tarde. No sé qué tanto hace en ese lugar.

—¿Y si tiene una amante?—Preguntó la mujer de cabello corto, Jiyoon.

—Créeme, si es así no dudaré en matarlo a golpes.

Todas las mujeres rieron ante el comentario de Jihan. Como si aquello que dijo no fuera completamente aterrador. Todas lo hicieron, excepto una.

—¿No crees que estás siendo un poco cruel, Jihan?—Al parecer Kim Jimin era la única en ese grupo de amigas que usaba su cerebro.—¿Tu hermana sabe de esto?

—¿Por qué debería saberlo?... Además, fue ella quien me enseñó a hacerme respetar.

—Pero no de esa forma, Jihan. No es necesario recurrir a la violencia.

Chaewon estaba por entrar al salón para pedirle a su madre que la lleve a sus clases de chino. Pero no pudo llamarla pues la voz de una de las amigas de la mujer la interrumpió. Se escondió detrás de la pared, sabía que estaba mal, pero realmente le intrigaba saber de qué tanto hablaban las mayores.

—Serim y Wooyoung son muy amigos, Jihan... No creo que le guste saber que lo maltratas de esa forma.

Frunció el entrecejo cuando nombraron a su adorable tía. Era cierto, Wooyoung y Serim eran inseparables.

—No me sorprendería que ellos también tengan algo...—Los ojos de la pelirroja se abrieron en demasía al escuchar el comentario de su madre.—Después de todo, Wooyoung no es más que una zorra.

Llevó su mano hacia su boca, intentando ahogar el suspiro de impresión que quería escapar de sus labios.

Le dolía en el alma escuchar a su madre hablar de esa forma de un hombre tan encantador como Jung Wooyoung. Le dolía darse cuenta de que todos aquellos momentos hermosos que pasaron juntos jamás volverían. Y, por un momento, tembló ante la idea de ver a sus padres enamorados.

«Pero tú sabes que eso sería lo mejor para tu padre.»

Lo sabía. Lo sabía perfectamente bien. Los golpes que Jihan le daba a su padre cada vez eran más fuertes y violentos, llegando al punto de que el hombre tenga que esconderse para que no vean sus marcas y heridas. Las humillaciones públicas y los malos tratos eran algo habitual en la pareja. Chaewon llegó a pensar que así se demostraba el amor. Pero luego de ver como Choi San trataba a su padre, todas aquellas ideas se evaporaron de su cabeza como si fuesen espuma.

Eclipse || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora