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Luofei daba clases de chino en su hogar, gracias a eso se ganaba la vida, y la de Choi. Pero esos últimos meses la escasez de alumnos la llevó a tener aquel tercer aviso de desalojo en sus temblorosas manos. No quería perder su casa, no quería regresar con sus padres en China, era feliz en Seúl.

Dejó escapar un suspiro por sus labios, acción que llamó la atención del hombre que leía el horóscopo en ese viejo diario que Hyejoo había olvidado antes de mudarse.

-¿Qué ocurre?-Preguntó en un murmullo.

-El tercer aviso es el último... Y no hay ni señales de que alguien quiera aprender un nuevo idioma.

Su voz delataba lo triste que se encontraba. No tenía más opciones, pues Corea seguía siendo un país no muy amigable con sus habitantes chinos, nadie deseaba tenerla trabajando para ellos, aún cuando la chica tenían cientos de estudios y saberes. San sabía esto. Sabía que su país no era el mejor del universo, por esa razón lograba empatizar con la muchacha.

Por ello, las siguientes palabras salieron de su boca en cuestión de segundos:

-Puedes vivir conmigo.

No esperó ver la reacción de la chica, solo devolvió su vista hacia aquel viejo papel de revista, riéndose de sí mismo al encontrarse buscando algunas palabras nuevas que jamás llegarían.

-¿Qué está diciendo?-La voz de Luofei salía con un toque de confusión.-No puedo vivir con usted, claro que no... Usted tiene una vida y no puedo meterme en ella así como así.

-Te equivocas.-Suspiró levántandose de su incómodo asiento, dispuesto a dejar aquel diario sobre un estante sucio y desgastado.-Perdí mi vida hace años... Puedes quedarte.-Insistió.-Hyejoo me envía dinero todos los meses, así que no debes preocuparte por los gastos. Y la vieja habitación de Yunho está disponible y amueblada, puedes dormir allí.

-Pero...

-Está decidido, Luofei.-Sentenció.-Además... Me vendrá bien tener compañía todo el tiempo.

(...)

Había pasado poco más de una semana desde que la chica se había mudado con San. Todo iba bien para ambos, la confianza parecía aumentar cada vez más y no podían estar más felices.

San se encontraba preparando la cena cuando Luofei ingresó a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja. Conocía tan bien a la chica que supo de inmediato que traía buenas noticias.

-Tengo una nueva alumna, señor Choi.-Comentó emocionada mientras se sentaba en la mesa a observar como el hombre cocinaba.-Mañana será la primer clase... Espero que no le moleste que estemos en su salón.

-Nuestro salón.-Corrigió.-Y por supuesto que no me molesta. Me quedaré en mi habitación durante la clase para no interrumpir.

Luofei soltó un gritito de felicidad y se apresuró en levantarse e ir a abrazar al mayor, este recibiendo la acción un poco incómodo. Habían pasado años desde la última vez que había recibido un abrazo.

-¡Ella es adorable, señor Choi!-Dijo.-Y sus padres tienen mucho dinero, prometieron darme una enorme cantidad, ¿no es increíble? ¡Podré comprarle platos nuevos!

-¿De qué hablas?-Murmuró, acercándose a la alacena para sacar dos platos.-Mis platos están en perfec...-Silenció sus palabras cuando uno de los platos que tenía en manos pareció explotar, llenando el suelo de la cocina de pedacitos de porcelana.-... to estado.

Luofei ahogó una risa, no quería hacer enojar a San, pero el hombre era gracioso sin esforzarse.

—Claro, como usted diga.—Aceptó con un tono irónico, recibiendo una mirada de reproche de parte del mayor.

Eclipse || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora