10

369 65 5
                                    

—¿Estás segura de que todo estará bien, Chae?

—¡Claro que sí! Estaré bien.—Intentó calmar a sus amigas.—No se preocupen por mí.

—Podemos venir a buscarte a la salida si deseas.

—No, Yena, he dicho que estaré bien. Además... Quiero estar sola un tiempo.

—Ya, pero si necesitas algo nos llamas.

—Por supuesto que lo haré.

Las chicas se despidieron y comenzaron su camino hacia su escuela, dejando a Chaewon en la entrada de ese enorme edificio que parecía un castillo. Suspiró. Sus amigas habían sido muy amables al llevarla al colegio cuando se enteraron de lo sucedido con su madre. Realmente estaba agradecida con ellas, incluso llegaba a pensar que Minju, Yena y Yuri eran sus ángeles guardianes.

—Que lindas estás...

Tembló al escuchar esa voz a sus espaldas. Giró sobre sus talones y elevó su mirada hacia el chico que la miraba detalladamente. Ese día estaba solo.

—¿Qué quieres, Yongha?

—Nada. Aún nada...—Una espeluznante sonrisa apareció en su rostro cuando su mano derecha se elevó para acariciar la mejilla de la chica, esta tembló y quiso vomitar.—¿No vas a aceptarme?

—Pudrete.

—Oh, bien.—Volvió a sonreír.—Pronto lo harás...

E ingresó al lugar con una sonrisa arrogante. Chaewon quiso maldecir al mundo entero cuando notó que un profesor había visto aquella escena. Pero no hizo nada. Nadie jamás hacía nada.

Suspiró e intentó relajarse, pero sus uñas ya estaban enterrándose en sus brazos. Sin embargo, aquello no le impidió ingresar a la escuela.

Sus responsabilidades eran más importantes que su salud.

(...)

En el almuerzo decidió quedarse comiendo en el salón. De hecho, siempre se quedaba comiendo allí. Le encantaba hacerlo, era más cómodo, sin todo el barullo de la cafetería. Y, más importante aún, sin recibir miradas desaprobatorias.

Llevó a su boca el sándwich que su padre le había preparado aquella mañana. Cerró sus ojos con placer al sentir todos aquellos sabores mezclarse en su boca, y un pequeño bailecito involuntario se le escapó cuando terminó su bocado. Realmente amaba comer.

—Que adorable.

De nuevo aquella voz le impidió seguir almorzando. El chico la miraba desde el marco de la puerta del salón con los brazos cruzados y una sonrisa ladina.

—Vete, Yongha.—Pidió. Tembló en su lugar cuando el chico la miró amenazante y comenzó a acercarse a ella con las manos en los bolsillos de sus pantalones.—Por favor...

—Que maleducada eres.—Su mano en puño tomó una buena cantidad de cabello de la adolescente y la obligó a mirarlo. Ella no se quejó, sabía que si lo hacía sería peor.—¿No te enseñaron a respetar a tus mayores?—Yongha era un año mayor que ella. Iba a última año, y absolutamente todos le temían. Pero al parecer él estaba obsesionado con la pelirroja. Finalmente soltó su cabello y se sentó al lado de la chica.—Vas a salir conmigo.

—¿Qué?

—Me gustas, Chaewon, vamos a salir.

—¡Claro que no!—La mirada que el chico le dedicó la obligó a agachar su cabeza.—Vete, por favor...

—No me iré.—Dijo firme mientras tomaba entre sus manos el sándwich que Chaewon anteriormente comía. Lo llevó a su boca y continuó hablando.—Siempre pasas los almuerzos sola, eres tan rara... ¿Quién hizo esto? Es delicioso.

Eclipse || WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora