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Alejandro.

Al llegar con Natalia ardiendo no sabia que hacer muy bien.

La tumbé en mi habitación y fui primero a su habitación a por su pijama. Me resultó muy mono ya que era rosa con un unicornio, me hizo sonreír.

Al volver y verla casi dormida y diciéndome que tenía mucho sueño la tranquilicé y me encargué yo mismo de cuidarla.

Cuando se quedó dormida le puse el pijama lo mas suave que pude para no despertarla. Al tenerla ya vestida recordé que hacía mi madre cuando mi hermano o yo nos poníamos malos y eso fue lo que hice.

Fui a por un trapo lo humedecí en agua fría y se lo puse en la frente para intentar bajar la fiebre. Luego busqué por mi habitación una pastilla para estos casos y llené un baso de agua.

No quise despertarla pero no me quedo otra opción.

-Natalia. -Le digo muy bajo. -Natalia. -Repito tocándole el hombro un poco.

-¿Que ocurre? -Dice medio dormida.

-Toma, una pastilla, aquí tienes el agua. -Veo que se tensa y abre mas los ojos.

-Yo no sé tomar pastillas. -Mierda, a mi hermano le pasaba lo mismo. Así reuní todas mis fuerzas y partí la pastilla en tres minúsculos trozos.

-¿Crees que con este trozo podrás? -Pregunto cogiéndole la mano y dándole un pequeño masaje para tranquilizarla.

-No se, yo nunca pude, me agobio mucho. -Aún así lo intenta con un trozo y no puede, atragantándose con el agua. Escupe el trocito y yo no se que hacer.

-¿Tu que sueles tomar? -Le pregunto. Siento no dejarle dormir pero es necesario que se la tome para mejorar.

-Unos sobrecitos de naranja, pero me los acabé esta mañana. -No sé cuando se me ocurre esta idea pero es la última opción que me queda.

-¿Tienes hambre? -Que diga que si, que diga que si.

-Si. -Dice acurrucándose contra la almohada.

-Bien, te traeré un yogur. -Salgo de la cabaña y voy a la cocina a por uno. Mi plan es trocear la pastilla mas aun y metérsela en el, una pequeña trampa. Solo espero que funcione y que no me odie.

Troceo la pastilla en cachos diminutos que espero que no se de cuenta, realmente no se si esto se puede hacer, pero no creo que pase nada.

Llego a la cabaña y escucho golpes en alguna habitación, los chicos ya habían llegado hace un rato asustándome.

Estaba mojando el trapo de agua por quinta vez y al entrar por poco no les suelto un puño.

Paso por el pasillo intentando no escuchar esos sonidos por que la verdad que me enfadare.

Ese podría ser yo hoy, ahora, durante toda la noche si ellos no hubieran sido unos cabrones con Natalia, y ahora ella con fiebre y muy malita.

Que por mi no hay problema porque me encanta cuidarla pero prefiero que esté caliente de otra manera.

Entro y ella vuelve a estar dormida, enserio me cuesta mucho despertarla, pero necesita comer este rico yogur con sorpresa.

-Natalia. -Le llamo. Ahora abre los ojos casi al instante, no estaba dormida supongo.

-Te estaba esperando. -Me dice con una sonrisa que me hace sonreír a mi.

-Toma el yogur, es tu favorito, sabor coco.

-Gracias. -Le ayudo a incorporarse y le doy la primera cucharada donde sé que hay un pequeño trozo.

-Abre la boca que viene el avión. -Le hago con la cuchara un recorrido y hago el sonido de un motor o lo intento hasta que llega a su boca.

¿Me gusta el verano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora