24

369 24 13
                                    

Natalia

-Natalia, venga. Te tienes que levantar, se irán sin nosotras. -Escucho a Victoria hablarme, pero es como si me entrara por un oído y me saliera por el otro.

-Vic tiene razón. Tienes que levantarte, nosotras te ayudaremos. -María le da la razón a Vic.

Ya es el último día, nos vamos dentro de una hora y sigo en la cama. No tengo fuerzas, lo único que quiero es estar sola y llorar, comer y volver a llorar. Y así hasta pudrirme.

Sabía que lo iba a pasar mal, pero nunca me imaginé este dolor. Me duele el alma. Por perderle, por no haber sido capaz de afrontar mis pensamientos y lo peor de todo herirle.

No pensé que fuera a doler tanto. Tendría que haber hecho caso a los libros. Cuando los protagonistas lo pasan mal, pensé que eran unos exagerados. Pero coño, como duele.

Fui tan ilusa en pensar que cuando le dejase íbamos a ser amigos. Mientras yo me encontraba a mi misma él y yo nos llevaríamos bien. Pero es que dos personas que se aman no pueden ser amigos, en qué estaba pensando como para creer que él me esperaría.

No se merece perder el tiempo en alguien que no tiene arreglo.

Después de su propuesta yo no abrí la boca. ¿Cómo se le ocurrió pedirme que eligiera entre esperarme o olvidarme?

Él lo tomó como el fin de nuestra conversación y por mucho que me doliera, sabía que ya no quedaba nada más que hablar.

No lo vi irse, pero no entró en la cabaña, salió al bosque. Me daba miedo que estuviera por ahí solo, pero ya no me incumbía lo que hacía.

A los minutos de irse, entré en la cabaña. Para mi sorpresa no tan sorpresa me encontré a todos los chicos allí. Lo habían escuchado todo, había presenciado cómo le había roto el corazón a uno sus amigos.

Me derrumbé, uy que sí lo hice. Caí de rodillas delante de ellos, llorando como una desquiciada.

Les grité, les dije que le fueran a buscar, que era muy tarde y le podía pasar cualquier cosa. Lo hicieron sin rechistar. A los segundos noté como Alberto, María y Vic me levantaban del suelo y me llevaban a mi habitación.

-¿Dónde está tu pijama Nat? -Dolía, quemaba, ardía.

-En su. -No acabé de decir la frase, me dolía mucho como para poder decirlo en alto. Ellos lo supieron al instante.

No volví a escuchar una sola voz. No se si fue mi cabeza que estaba tan bloqueada pensando en lo ocurrido que no lo hizo o porque no lo habían hecho.

Me puse el pijama y me tumbaron en la cama con ellos alrededor. Me dieron mimos, intentaron animarme para que parara de llorar, pero no, nada podía tranquilizarme.

No he dormido, lo único que puedo hacer es llorar.

-Cómo duele. -Les digo, para que me dejen un rato más.

-Natalia cariño, sé que duele muchísimo. No he pasado exactamente por lo mismo pero nada es para siempre, ese dolor desaparecerá. -Tengo a mis dos mejores amigas cada una a mi lado abrazándome, pero es que ni eso me anima un poco.

-No, no va a desaparecer. He perdido al chico que amo, y estoy segura de que no voy a volver a amar a nadie como a él. Duele mucho, yo le quiero...

-El tiempo lo cura todo, se que es fácil para mí decirlo porque no estoy en tu lugar pero es verdad, esto te dejara de doler. -Me dice Vic, no me pongo a reír porque no me nace. Se que lo ha dicho para animarme, siempre hemos pensado que ese dicho es una tontería.

-El tiempo no cura una mierda, aprendes a vivir con ello. -Ese mierda de ánimo me da un poco de energía para levantarme y vestirme.

Me han traído una tostada del desayuno y lo siento por ellas pero no me apetece. Ya comeré algo más tarde.

¿Me gusta el verano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora