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No pensé que este momento llegaría tan pronto, así que sin más que decir...

Último capítulo

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Natalia

–¡Mamá! –grito emocionada, corriendo hacia donde ella está –¡Papá!

–¡Cariño! –Les doy un fuerte abrazo. Este mes sin verlos les he echado de menos.

–Estás guapísima. –Me dice mi padre, dándome un beso en la cabeza.

–El moreno te sienta genial. –Entramos en casa y veo a Lorena en la trona con la boca manchada de yogur.

–¿Dónde está la bebé más guapa del planeta? –La saco de ahí y le doy un abrazo, se retuerce entre mis brazos.

–¿A que ha crecido mucho este mes? –Me pregunta mi madre sonriendo. Vamos a la barra de la cocina.

–Bastante, pensé que le había dicho que no creciera sin mi. –Mis padres ríen y yo dejo a Lorena en la trona.

–Le hice un bizcocho a Juanjo. Sé que le gusta mucho, se lo podrías llevar. –Me siento en el taburete, y observo la cantidad de dulces que hay. 

–Acabo de llegar ¿ya quieres que me vaya? –Estiro la mano y cojo una galleta. –Umm que rica.

–¿Y a ella no le riñes? –dice mi padre mirando a mi madre. Cruzándose de brazos, enfadado.

–¡No cojas! –Me da un manotazo en la mano. –Es para una reunión con unas amigas, van a venir a casa hoy.

–¿Las que me cogieron de los mofletes y me besaban como si tuviera tres años? –Mi padre asiente, riendo.

–Yo iré a ver un partido de fútbol. –Hace un silencio. –Con tal de no estar aquí...

–Pues yo también haré planes.

–¡Mis amigas son majas! —se queja mi madre.

–Pobre Lorena. –Le digo a mi padre, para molestar un poco a mi madre.

–Si sigue viva cuando lleguemos es un milagro. –Me sigue mi padre.

–Muy graciosos. –dice mi madre, sacando del horno otro pastel. A los tres minutos ya huele toda la casa a pastel, un olor habitual.

–Iré a ducharme.

***

Bajo las escaleras y para desgracia mía escucho risas insoportables de mujeres de alta clase.

¡Corre!

Voy a subir las escaleras de nuevo para saltar por la ventana cuando mi madre me llama. Me giro lentamente y le maldigo.

–¡Cariño! Ven a saludar. –Bajo los últimos escalones y me asomo al salón.

–¡Pero qué grande estás! –dice una de ellas, no la he visto en mi vida.

Me retuerzo los dedos, estas mujeres pueden llegar a ser muy malas. Ni siquiera entiendo porque mi madre se junta con ellas.

–Tu hija tiene un cuerpo precioso para la moda, si bajara unos kilos... –La última vez que la vi dijo lo mismo. ¿No se cansa?

–Mi nieto es de su edad, los podríamos juntar. –Le dice una mujer de sesenta años, a mi madre.

Ignoro que la he escuchado y me acerco a la mesa, cojo una galleta llevandomela a la boca. Mi madre me mira como si me quisiera matar, encima que las saludo. 

¿Me gusta el verano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora