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Alejandro

–¡Hombre amor! Esperaba tu llamada. –me dice Natacha, nada más llamarle.

–Siento lo de ayer. ¿Me perdonas?

–Todo olvidado. ¿Qué vamos a hacer hoy? –Me sorprende que así, sin más, ya haya olvidado de que salí corriendo.

No debiste besarla.

–Pues mis amigos han quedado en un bar y me preguntaba si querías venir.

–¡Pues claro! ¿A qué hora? –Esta chica es toda energía.

–A las ocho. –Tendré que salir media hora antes, el pueblucho este podría estar más cerca de San Antonio.

–¡Vale! Te espero en mi puerta. –Mierda, no tenía pensado ir a recogerla. Quería pasar por otro sitio antes de ir.

Cuelgo y escucho la puerta de casa abrirse. Estaba solo, mi hermano decidió quedarse a dormir con Natalia ayer y mis tíos se pasan la mayor parte del tiempo de paseo con los gatos.

Si, de paseo.

Lo peor de todo es que los llevan en un carrito de bebe. ¿Pueden estar más locos? 

–¡Niños! –No contesto. Estoy en el salón, aprovechando que los gatos no estaban. Se acabó mi suerte.

–¡Niños! –grita ahora mi tío.

–¡Estoy aquí! –Me pongo de pie al ver que uno de los gatos ya está rondando a mi alrededor.

–¿Y tu hermano? –grita desde la cocina. ¿No sería más fácil que viniera aquí y no gritara?

Me dirijo hacia la cocina, no tengo ganas de gritar. Los veo a los dos y me entran ganas de reirme.

¿Hace cuánto no lo hago? Al caso, están vestidos con chandal de dorporte de colo amarillo chillón. ¡Los dos son iguales!

Nunca pensé que vería una cosa tan horrible.

–Se quedó ayer a dormir en casa de una amiga suya. Vive en el pueblo de al lado. –Veo como mis tíos se miran y me sonríen. No entiendo el porqué.

–Niño, no somos tontos eh. –Me pierdo, que dice ahora esta mujer.

–Puedes decir novia, no tenemos la mente cerrada. –Me entra una arcada solo de pensarlo. Ni en coña.

–No es su novia.

Ni la tuya.

–¿Entonces qué son? –pregunta mi tía, mientras pone en un cuenco algo parecido al atún.

–Amigos.

–Haremos como si nos lo hubiéramos creído. –De un silbido mi tío atrae a todos los gatos. Yo me alejo.

Les dan el cuenco y empiezan a tocarles la cola mientras los bichos comen.

–Deben de estar super cansados. –le dice mi tía a mi tío.

–Normal, hoy se han portado como verdaderos campeones.

Me alejo de la cocina y subo a mi habitación. No podía seguir escuchando tantas tonterías.

Me doy una ducha rápida y al salir del baño me encuentro a mi tía dentro de la habitación.

–¿Qué haces aquí? –le suelto. No pueden entrar cuando les dé la gana.

–Venía a decirte que si querías venir a jugar con tus primos. –Dudo antes de contestar, o me he vuelto yo loco o ha sido ella.

–¿Qué primos? –El único primo que tengo es por parte de mi padre y está en la cárcel.

¿Me gusta el verano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora