Prólogo

918 50 1
                                    


Osiel Moretti

— ¿Tú crees en eso? — Me pregunta Rigel — Yo la verdad nunca he creído en esas predicciones Osiel 

Trato de comprender las palabras que me dijo aquella mujer que predecía el futuro. Al recordar remueven algo en mí y no logro comprender si es bueno o malo. 

"Se vienen días oscuros, no es pronto, pero tampoco tarde, llegara quien ponga el mundo arder donde quien habitaba en la sombra saldrá a la luz, donde los enemigos se alzaran para acabar con el peligro que los acecha  y la caída del rey no será más que el inicio del fin. " 

— ¿Osiel?

— Solo el destino nos dará la respuesta si aquello era verdad o mentira. 

***

Estrello mi puño una y otra vez en el saco de boxeo que tengo frente a mí y el sudor recorre por todo mi cuerpo.

— ¿Dónde estaba? —  le pregunto a Rigel que esta frente a mi cerrando una llamada

— Escondida en una de las alacenas bajas de la cocina

Me retiro los guantes para tomar agua.

— Te dará muchos dolores de cabeza — se cruza de brazos Rigel — Eso es algo seguro

— Recuérdame porque permito que me tutees — enarco una ceja a su dirección

— Porque te he salvado el culo varias veces y te trato así cuando estamos los dos solos

— Si eso es cierto — sonrió a su dirección — Y porque eres mi único amigo y en quien confió ciegamente. 

Caminamos dirección a la habitación de la niña mayor que me llena de alegría, puedo escuchar como refuta varias veces porque su nana no la deja salir. Toco la puerta y Marcia asoma la cabeza para saber quién es, una vez que mira que soy yo me deja pasar y ella sale a esperar junto a Rigel afuera.

— ¡Papi! —  la niña pelinegra de diez años llega abrazarme por las piernas — Te extrañe, ¿Porque no me has venido a ver? ¡Mentiste! 

Suelto una leve risa al ver a mi hija mayor frente a mi cruzada de brazos con el ceño fruncido.

— Ya estoy aquí mi demonia —  La cargo hasta llevarla al sofá que esta junto a la ventana para sentarnos ahí.

—  ¿Nunca me vas a dejar sola, verdad? —  pregunta con un brillo especial en su mirada

— Nunca mi amor, de eso puedes estar segura — le beso la coronilla — Debes saber algo

Se acomoda prestando atención inmediatamente.

—  Papá a veces puede demorar en llegar, Belia, no confíes en nadie, cualquier cosa solo Marcia y Rigel pueden venir por ti ¿entendido? — Asiente en modo de respuesta — Nadie te puede ver, debes saber eso, evita esconderte porque asustas a todos con tu desaparición.

— ¿Por qué?

— Porque papá se asusta — le acomodo los mechones rebelde — También se enoja y a nadie le gusta que tu papá se enoje.

— Esta bien ya no lo haré — dirige la mirada a sus zapatos blancos con un lazo rosa brilloso — Pero tú ya no mientas

— Bien — sonrió — ¿Trato?

— Trato

Se levanta para abrazarme y yo la apretó contra mí asegurándome que está conmigo, calmando el miedo de que alguien llegue a ella para hacerle daño. Estará en la sombras, ellas y los demás. 

— Te amo mucho papi.

— Te amo mucho papi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora