CAPITULO 13

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Im Ailve - Celine Dion

La fotógrafa con cuidado empezó a caminar rodeando la cabaña, aunque la Luz del sol había ayudado a derretir gran parte del hielo aún quedaba una altura aproximadamente de veinte a treinta centímetros de nieve. La tormenta no era de las fuertes por lo que no tendría que cavar mucho.

Acomodó a una distancia la silleta, luego le hizo señal a la rubia para que se pare encima con la pierna buena y luego poder acomodarla.

—déjame traer una alfombra—le dijo a la rubia, adentrándose a la cabaña.

La rubia, respiro hondo y por fin pudo ver bien la cabaña por fuera, no era grande eso lo sabía, lo que más le gustaba era el aire fresco, helado pero fresco, se notaba el vapor al respirar.

Siempre estaba acostumbrada a pasar sus vacaciones en playas para aprovechar el sol, ¡pero vamos! sol, playa, arena, fiestas...

—después de la lluvia o la nieve, el paisaje se limpia como si lo estuvieras viendo en 8K—Lisa le hablaba mientras traía a cuestas una alfombra y una cobija para la paciente.

—¿Lisa?...este...—la rubia estaba un poco nerviosa.

—¿necesitas algo aparte de la cobija? —Lisa se paró viendo que los ojos de la rubia no le miraban.

—necesito ir a los servicios higiénicos—al decir esto se sonrojó, ya que si fuera por ella ya hubiera averiguado la ubicación con anterioridad, pero su pierna y el miedo la detuvieron.

—mierda lo olvidé, hay que subir gradas para ir al cuarto de baño—Lisa se preocupó por la situación en la que estaba. Sabía perfectamente que la rubia no podría hacerlo sola.

La hizo parar con cuidado, se dio la vuelta y se hinco para cargarla. El baño al igual que la cabaña era rustico.

Mientras Rosé veía como se dirigían a la parte izquierda de la cabaña, donde un camino por palos de madera las llevaba a una pequeña choza de madera, donde tenían que subir como seis escalones para recién entrar al recinto. Antes de pisar el último escalón Lisa se volteó cuidadosamente para bajar a la rubia.

—no puede ser, no puede...esto debe ser una broma...—la rubia palideció.

—al menos no es un silo—lo dijo Lisa con gestos a punto de matarse de risa.

—¿y cómo se supone que se usa esto?—el rostro de la rubia cambió de pálido a desagrado.

—agárrate—por suerte había un barandal de madera donde la rubia se agarró y pudo sostenerse mientras su anfitriona le indicaba el uso.

—y por último cuando termines, en vez de jalar una bomba, simplemente echas aserrín en la taza, eso es todo—le indico como si fuera una niña de ocho años paso por paso.

Pero en la mente de la rubia era el fin del mundo, los tocadores o baños siempre fueron de última generación, sin contar que inclusive se había sentado en baños que te acicalan con un simple botón.

—¿puedes irte por favor?

—bien, ¡si necesitas ayuda me avisas!, que bueno que no te lastimaste los brazos—empezó a bajar las escaleras con una sonrisa, claro que la situación le parecía de lo más graciosa.

—¡vomitaré si sigues hablando! —solo atinó a cerrar los ojos para que la tierra se la tragase.

—no me malentiendas, también tus brazos se pudieron haber lesionado y no pasó, así que doy gracias por eso...EN FIN GRITAS SI ME NECESITAS—Lisa se alejó del pequeño recinto.

Pasaron como quince minutos, Lisa quería darle su espacio porque sabía que le costaría pisar tierra a la rubia, pero tampoco quería que se congelase, así que después de dejar acomodada su silla fue a recogerla; y efectivamente estaba justo saliendo y las barandas de madera sí que ayudaron.

ACCIDENTE FORTUITO [corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora