34.-La amarga nada.

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Hoy me contaron que probablemente estabas muy enfermo, se me fue el aire, me asusté, no quería que te enfermaras de esa porquería, yo lo había pasado mucho antes de que llegaras a mi vida y era lo peor que había... claro, seguramente ya estaba más normalizado ese tipo de diagnóstico, pero el hecho de no formar parte de tu vida y por tanto no saber detalles, hizo que muchos escenarios trágicos cruzaran mi cabeza.

Pero no, no estabas enfermo, llegaste pocos minutos después muy campante, nuestros ojos se cruzaron unos segundos y luego ambos apartamos la mirada, aún no me acostumbraba, pero poco a poco lo haría.

Nunca antes habíamos quedado uno junto al otro en la fila, pero la vida es una puñetera perra injusta, hoy quedamos uno al lado del otro y escuché tu voz en una protesta, en un comentario amistoso, y tu maldito acento casi me hace voltear, pero mantuve mi vista al frente y entonces, por el rabillo del ojo vi que volteaste a verme, te quedaste mirándome un buen rato, incluso inclinaste un poco la cabeza para verme mejor el lado del rostro que la trenza y el flequillo tapaban.

¿Buscabas mi mirada?

¿Querías decirme algo?

¿Por qué me mirabas?

Tú no lo sabías, pero mi corazón se aceleró hasta que apartaste tu vista de mí, estaba entusiasmado, curioso, dolido, confundido, cuando volteaste quise mirarte, pero me negué a hacerlo, solo miré al frente, debía entender que tú y yo ya no éramos ni seríamos nada.

Las palabras que nunca leíste.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora