Hoy tras más días de miradas cruzadas, bocas abiertas intentando decir algo, actos silenciosos dejando en claro una maraña confusa de deseos, anhelos... le conté a mi mejor amiga lo mucho que quería hablar contigo, le dije también que me desilusionaba mucho la idea de que tras una semana de haber hablado con aquella adulta de confianza, tú solo te limitaras a mirarme con insistencia.
Y tristemente, te conocía... el miedo era tu eterno grillete, no te dejaba avanzar, por ello sabía que tú no tendrías el valor de venir a hablar conmigo, sin embargo, mi orgullo tampoco me dejaba ir otra vez a tocar una puerta que se había cerrado en mi nariz.
―Si quieres algo, tienes que buscarlo, Cami ―se encogió de hombros mientras volteaba a ver a su novio patear el balón dentro de la portería, sonrió y deseé volver a ese tiempo donde yo te veía jugar sabiendo que luego vendrías a buscar besos de victoria o consolación
Reí por mi estúpido pensamiento.
―El hecho es que no sé... creo que, por una vez, debería ser él el que se acercara a hablar conmigo ―suspiré y lo vi sentado en las gradas frente a la cancha de fútbol
―¿Crees que en serio él hará eso? ―me observó esperando respuesta, suspiré con la respuesta ya en la lengua
―No, no es lo suficientemente valiente.
―Y si lo sabes... ¿Por qué esperas? ―se levantó y tomó nuestras mochilas, la seguí sin cuestionarme maquinando la siguiente frase
―Porque tengo la estúpida esperanza de que en algún momento él vendrá y no sé... querrá hablar y decirme todo lo que no se atreve ―ella rió negando
―Pues cariño, aparta un poco tu orgullo y acércate tú, porque él es un niño pequeño que no tiene ni idea de cómo arreglar el desastre que hizo ―alcé la vista de mis zapatos y me detuve en seco
―No, no, no, regresemos a las otras gradas.
Estábamos a unos pocos pasos del lugar donde tú estabas sentado sumido en el partido del cual no participabas por hoy, mi amiga rió a carcajadas y la señalé con ojos rencorosos.
―Eres una encerrona, no quiero sentarme ahí quiero regresar a...-
―¡Hola, Job! ―apreté mis ojos y labios al oírla llamar tu atención
Mierda.
Si volvía ahora que ya nos habías visto parecería una inmadura y cobarde, así que avancé detrás de la traidora susurrándole lo mucho que la odiaba en ese momento, se volteó unos segundos y me sonrió.
―Nunca te había visto tan feliz, y poco amargada como cuando estabas con él, te hace bien... y si esto es lo que quieres, tienes que buscarlo ―me dejó muda
Y tenía que ser una bendita broma que los únicos sitios libres fueran a tu lado, lógicamente como buena encerrona que ella era, me empujó prácticamente al que estaba en medio de ustedes dos, es decir, que yo estaba entre una traidora y un ex que me volvía loca.
―Hola ―musitaste y asentí volteando a verte
―Hola, ¿cómo estás?
―Bien, todo bien y... ¿Tú?
Deseando huir de aquí.
―Bien, todo bien ―asentí y volteé a ver el partido
Mi amiga pinchó mi brazo con su uña, volteé a verla.
Articuló un «háblale», me negué, pasamos unos segundos articulando una pequeña discusión, y me detuve cuando sentí como te acercabas más a mi lugar, nuestras rodillas y brazos rozándose, me miraste de reojo y tragué grueso, no me aparté, solo decidí ignorarlo y voltear buscando ayuda en mi amiga.
Ella sonrió feliz y me empujó un poco más cerca, no sé con cuántos puñales atravesé su pecho imaginariamente, contuve un ruidito en mi garganta cuando estiraste el brazo por el espaldar de mi asiento y suspiré cuando sentí que te acercabas un poco más hasta que nuestros costados estaban juntos prácticamente.
Centré mis ojos en el partido y en eso mi amiga se levantó y bajó un escalón, te dijo algo al oído y me miraste con una sonrisa, te ignoré y fulminé con la mirada a esa traidora que se iba entre risitas, te volteaste hacia mí con una sonrisita y con tu bendita voz dijiste: ―¿Vos querés hablar conmigo?
Entré en pánico y asentí, luego negué y me aclaré la garganta al sentir una leve risita brotar de ti, así que suspiré y te miré: ―No ―apretaste tus labios y apartaste la mirada ―O sea sí, a ver lo normal, pero no, nada específico ―asentiste más confundido que yo con mis palabras
Eso había sido un desastre.
Te inclinaste un poco y justo cuando estabas a punto de decirme algo ¡Pum!, el balón anunció el gol de la victoria rompiendo el extraño ambiente donde nos habíamos sumergido, todos se levantaron a celebrar y yo aproveché el momento para tomar mi mochila y alejarme casi corriendo.
Eso era una señal, ¿no?
―Por favor dime que al menos hablaron un poco.
―No, yo no quería, digo sí, pero estaba nerviosa y solo dije un montón de palabras sin sentido ―expliqué con rapidez ―Eres una maldita encerrona ―la señalé y ella se golpeó la frente con su mano
―Por Dios, Camila, ¿por qué no aprovechaste la oportunidad?, ahí estaba ―suspiró
―No lo sé, entré en pánico, no sabía que decirle ―suspiré y me abracé a mí misma ―¿Tú crees que tengamos otra oportunidad de hablar?
―No lo sé, Camila.
Sihubiera sabido lo que ocurriría al día siguiente hubiera regresado a dondeestabas tú...
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Las palabras que nunca leíste.✔
Cerita PendekDicen que a la vida de una persona llegan tres amores principales, el primero, el que te enseña cuan hermoso es querer a alguien y te muestra lo bonito de ese sentimiento el que no te hace sufrir, ni llorar, pero se va porque no era su tiempo, porqu...