Era oficial.
Nuevamente por mí.
Por mi orgullo.
Por mi dignidad.
Cambié nuestra amistad, pasé de responderte un <No estoy muy bien porque...> a un cómo estás, a ofrecerte un <Siempre estoy bien> a esa misma pregunta.
Te saqué de la lista de personas que podían saber mi realidad, la lista corta y casi inexistente con nombres que podían estar conmigo en mis peores momentos.
Nuestra amistad, era simple, banal, superficial, porque así lo querías tú, porque sin decirlo, no sabías como mantenerla de otra forma, porque no sabías tener empatía, porque sencillamente tus padres no la tenían contigo, no te lo habían enseñado.
Porque mientras tú estabas jodido, sintiéndote en la mierda, tus padres disfrutaban de unas vacaciones en hoteles caros con tu hermanita, haciéndolo ver como si la familia estuviera completa y dejándote a ti solo, de tal forma que sentías que lo que te ocurría no le interesaba a nadie.
Así que sí, tu actuar era entendible, pero no justo, no justo para mí que siempre estaba ahí cuando necesitabas alguien a quien en serio le importara tu bienestar.
Así que sí, te entendía, pero no por eso iba a seguir dejándolo pasar.
Porque yo no tenía la culpa.
Porque no tenías derecho a rasguñar a otros porque tú estuvieras desgarrado.
Porque te quería, pero también me quería.
ESTÁS LEYENDO
Las palabras que nunca leíste.✔
Historia CortaDicen que a la vida de una persona llegan tres amores principales, el primero, el que te enseña cuan hermoso es querer a alguien y te muestra lo bonito de ese sentimiento el que no te hace sufrir, ni llorar, pero se va porque no era su tiempo, porqu...