Capítulo XXV

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Para que empecéis el fin de semana con alegría, os regalo este apasionante capítulo. 😉

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SAMANTHA

Mi corazón iba a estallar.

Los labios de Aleksei presionaban los míos mientras sus grandes manos se posaban a ambos lados de mi cara.  Las yemas de sus dedos se curvaban al final de mi mandíbula y me atraía hacia él con ansia.
Y yo...
Yo me había quedado en shock porque esto sí que no me lo esperaba.

Aleksei sintió que yo no le estaba devolviendo el beso y lentamente sus labios remitieron su presión sobre los míos y comenzó a separarse.

—Lo siento—murmuró dándose la vuelta.

No podía castigarme más. No podía castigarle más y no podía dejarle ir pensando que no me importaba. Que pensara que no le quería.
Por una vez debía pensar en mí o simplemente, dejar de pensar, y comenzar a hacer lo que me salía del corazón.
Por eso caminé apresurada detrás de él y estiré mi mano para cerrar con fuerza la puerta del despacho que él ya había comenzado a abrir. Aleksei se giró hacia mí sorprendido y cargado de incomprensión por el portazo. Sus ojos me miraron vidriosos y no pude soportar ver dolor en ellos. No podía hacerle sufrir más. Yo, no.

Salté.

Literalmente, salté colgándome de su cuello y con mucho ímpetu cubrí sus labios con los míos. Tanta fuerza empleé, que tuvo que dar un paso hacia atrás para no caer. Los primeros segundos permaneció inmóvil, pero enseguida reaccionó y sus manos subieron hasta mi cintura. Mis dedos se hundieron en su pelo a la vez que mi lengua se adentró en su boca. Miles de descargas eléctricas recorrieron mi cuerpo cuando nuestras lenguas se encontraron. Era una electricidad cargada de bonitos y dulces recuerdos que me estaba despertando el alma y el corazón. Notaba como cada poro de mi piel despertaba de un letargo que llevaba instalado en mi interior desde hacía más de seis años. 

La intensidad inicial de nuestro beso remitió hasta convertirse en un beso lento, sabroso y cargado de amor. Ambos nos estábamos trasmitiendo mucho con ese beso. Las ganas que teníamos el uno del otro, lo mucho que nos habíamos echado de menos, pero sobre todo lo mucho que nos queríamos.

Mi corazón bombeaba tan rápido y tan fuerte que casi dolía. Sus manos en mi cintura me ciñeron a su cuerpo y sentí cómo su calor traspasaba mi ropa, mi piel y mi alma. Ese movimiento invocó a la pasión y el beso comenzó a convertirse en algo más. Muy a mi pesar mi boca abandonó la suya en busca de oxígeno y pareció encontrarlo en el hueco de su cuello. Nuestras respiraciones eran agitadas y bajo mis labios sentí la vibración en su cuello, producto de un gruñido envuelto en placer. Sus manos bajaron hasta llegar a mi culo y lo apretaron con fuerza. Nuestros cuerpos se recordaban, estaban coordinados a la perfección y actuaron de manera autónoma. Sus manos me alzaron hundiendo sus dedos en mi culo, a la vez que mis piernas se enrollaban a su cuerpo y él nos giraba pegando mi espalda contra la pared.

Cuando nuestros centros se encontraron esta vez fue su boca la que se hundió en mi cuello. Teníamos hambre el uno del otro y por fin estábamos saciando las ganas que teníamos de comernos. Incliné mi cuello de lado para dejarle mejor acceso y su paquete abultado presionó aún más el mío. Estaba envuelta en placer, en trance al sentir el deseo con el que me devoraba. Con su boca besando mi cuello, con sus manos presionando mi culo y con nuestros centros calientes separados por la fina tela de nuestras ropas.

No me lo podía creer. Esto no era un sueño. Estaba sucediendo de verdad, y para cerciorarme necesité tirar de su pelo hacia atrás y separarlo de mi cuello para atraerlo de nuevo a mi boca. Necesitaba volver a pegar mis labios a los suyos, necesitaba besar de nuevo a mi lobito.  Aleksei sonrío en mi boca por la intensidad de mi beso y giró conmigo colgada a él y nos llevó hacia el sofá. Un quejido se escapó por su garganta cuando de camino mordí ese labio inferior tan carnoso y que tal loca me volvía siempre. Nuestros ojos se encontraron cuando yo me quedé sentada sobre él a horcajadas. Las respiraciones agitadas hacían que nuestros pechos subieran y bajaran a la par mientras nos mirábamos convirtiendo en real este momento.

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