Capítulo XXVIII

276 47 5
                                    

ALEKSEI

El resto del día se me pasó a la velocidad del rayo. El haber estado toda la mañana perdido en mis temas personales, había provocado un atasco considerable en mis labores como dueño del restaurante. Me pasé lo que quedaba de mañana y buena parte de la tarde encerrado en mi despacho, ni siquiera salí a comer. Tuve que cerrar los pedidos de la semana siguiente que aún estaban pendientes de confirmación. Estuve en contacto con los proveedores actuales con el fin de presionarles solicitando una bajada de precios en la materia prima local. Sabía que no podía romper la autenticidad del Carcavelos y quería que los productos locales siguiesen sirviéndonoslos ellos, pero los márgenes de beneficio eran nimios y debía ajustarlos más si quería que este restaurante creciera, porque era evidente que tenía potencial y una amplia capacidad de mejora. Pero me encontré con un gran problema a la hora de negociar: el idioma. Aunque Caterina me había enseñado algo, no era lo suficiente para sentirme seguro a la hora de negociar precios y condiciones, con lo cual tuve que aplazar la reunión para la semana siguiente. Creo que le tendría que pedir ayuda a Videl o a Joao para que me echaran una mano como intérpretes. Y, por otro lado, mantuve un par de reuniones para negociar con mis proveedores habituales, aquellos que servían la materia prima básica y común a cualquier cocina del mundo. Yo era su cliente en alguno de mis restaurantes, así que les ofrecí que nos hicieran tarifas prácticamente a precio de coste a cambio del compromiso de contratarlos en exclusiva a ellos en todos mis restaurantes abiertos en la actualidad. Dijeron que lo analizarían, pero no me cabe duda de que terminarán aceptando, porque era un acuerdo que beneficiaba a ambas partes.

Ya había anochecido cuando mi teléfono sonó y descolgué sin mirar quien era.

— Alek, ¿a qué hora vas a pasar a recogernos?

La voz de mi hermano me devolvió al presente y apartando la mirada de todas las gráficas y tablas Excel que tenía en la pantalla bajé mi mirada a la esquina inferior derecha para mirar qué hora era.

— Joder. – Las nueve menos diez—Eh... Estoy aún en el restaurante. ¿Cómo os viene que os pase a buscar en quince minutos?

— Nosotros ya estamos arreglados, si quieres vamos al restaurante y así ganamos tiempo.

— ¿Sabéis venir bien?

— Si, Josh dice que se acuerda del camino de cuando fuimos el otro día, no hay problema.

— Genial, así me da tiempo a cerrar unos cálculos que tengo que enviar hoy sin falta.

Cuando oí que habían llegado al restaurante yo aún no había enviado el mail, pero lo dejé preparado, solo tenía que revisarlo una última vez y enviarlo. Lo haría después desde mi móvil.

Entré en la cocina y allí estaba una sonriente Samantha que presentaba a Estela a mi hermano y mi cuñado. Reparé en la mirada extrañada que le estaba echando Alfonso y caí en la cuenta de que sería muy difícil de entender tanta familiaridad entre el hermano del jefe y Samantha si supuestamente no nos conocíamos de antes. Presioné con mis dedos el puente de mi nariz porque todo esta tensión generada por mentiras y medias verdades, me estaba provocando un agudo dolor de cabeza y de estómago.

— ¿Estás bien? — Samantha se acercó a mí preguntándome en un susurro mientras que la alocada de Estela le explicaba a mi hermano el siguiente color con el que se teñiría mañana aprovechando el día de descanso.

— Si— dije abriendo los ojos y encontrándome con los suyos— me duele un poco la cabeza, pero estoy bien.

—¿Seguro?

Conocía esa forma de observarme como intentando adivinar lo que estaba pasando por mi azotea y si mi actitud tenía algo que ver con lo que había pasado esta mañana entre nosotros. Debía y quería tranquilizarla, porque yo tampoco sabía su opinión respecto a lo de antes, pero esta vez por mí no iba a haber más malentendidos. Estaba harto de secretos con ella, si me tenía que tirar a la piscina, lo haría ya y sin comprobar antes si había agua o no.

Lentamente me incliné hacia ella y apoyando mi mano en su cadera susurré en su oído.

— Llevaba seis años deseando volver a besarte así, no puedo estar mejor.

Me separé unos centímetros para observar su reacción y sus mejillas sonrosadas me derritieron. Me encantaba ese lado inocente e infantil que seguía conservando a pesar de todo lo que había pasado en su vida.

—¿Qué vamos a hacer ahora? – leí en sus labios en un susurro casi inaudible.

— Mañana tienes que venir a probar a hacer esos platos que nos dijo Charly, ¿no? — pregunté cuando Alfonso se acercó a nosotros para coger una olla que "casualmente" no pareció encontrar.

— Sí— contesto Samantha percatándose también de esos ojos que nos escudriñaban.

Cuando nuestro compañero se alejó volví a acercarme a su cuello y pegando mis labios a su oído le conté un secreto.

— Mañana mismo solucionaré lo de Caterina e inmediatamente después vendré aquí para besarte hasta que nos duelan los labios— con disimulo mordí el lóbulo de su oreja con mis dientes y sentí cómo se estremecía— Prepárate porque te haré el amor en cada puto rincón de este restaurante hasta que te desmayes en mis brazos exhausta de placer.

Su mano derecha se apoyó en mi pecho para sostenerse. Su pecho subía y bajaba con la respiración acelerada y lentamente comenzó a subir la mirada hacia mis ojos. Nunca le había hablado así, y algo me decía que a ella le había gustado.

— Aquí te esperaré— susurró con los ojos en llamas.

— Como no nos vayamos ya, tu novia nos va a matar por llegar tan tarde— dijo Vladimir acercándose a nosotros.

Samy me miró interrogante al escucharlo.

— Ha organizado una cena con sus padres sin preguntarme— me expliqué— yo me he enterado antes cuando ha venido.

La pelirroja asiente con rotundidad apartándose de mí con algo de brusquedad.

— Nuestro avión sale por la tarde, ¿vendrás con Alek al aeropuerto?

Todos miran a Samy esperando a que responda a la pregunta de Vladimir, Alfonso abre los ojos de par en par sin ocultar la sorpresa y ella me mira a mí fugazmente antes de contestar.

— No creo que pueda...Mejor, me acerco al hotel para desayunar con vosotros a primera hora.

De repente Samantha ha adoptado una actitud muy fría y está claro que no le hace ninguna gracia la cena familiar a la que vamos, e incluso me atreveríaa decir que duda de mi promesa de antes cuando le dije que iba a dejarlo con laportuguesa, y yo no puedo hacer otra cosa que demostrárselo. Demostrarle que voy en serio y que renunciaría a todo lo que tengo por estar con ella.

 Demostrarle que voy en serio y que renunciaría a todo lo que tengo por estar con ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Chef en Lisboa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora