❤️CAPÍTULO 9👑

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—Señora.

Ian intercepta en los pasillos del palacio a Kiera. Ella se encuentra pasando de un extremo a otro: del calabozo donde Victorio acaba de ser sacado hasta su habitación donde buscar algunas pertenencias personales, específicamente la alianza de matrimonio que ha pasado de generación en generación.

Ian sabe que Kiera no le hubiera recibido en una reunión tradicional, por lo que es de fundamental importancia verle ahora mismo en este lugar.

—¿Otra vez acá, Ian? No era necesario que me trajeras tu renuncia en persona, hubiese preferido que la dejaras en mi casilla de correo o a alguien en la puerta del palacio.

—No vengo a ofrecerle mi renuncia.

—¿Entonces qué?

—Quiero ofrecerle una disculpa.

Esto consigue frenarla.

Vaya. El asunto se puso interesante.

Se vuelve a él, dejándole el espacio para hablar. Sabe Ian que el tiempo de su reina es acotado, por lo que se vuelve de vital importancia cada segundo que le pueda brindar.

—Yo... Necesito disculparme con usted. Hice las cosas mal, puedo hacer lo que me dijo de echar a todo el Comité especial, pero le pido que no se deshaga de mí. Más allá de la importancia que tiene este trabajo para mi situación económica, también lo es en lo moral. Este empleo es mi vida entera y me apasiona servirle a usted y a la guardia real.

—Ian, me fallaste. Así que todo eso que dices que te apasiona, no puedo asumirlo con credibilidad.

—Yo no la traicioné. Jamás.

—Y lo sé. Fuiste un cobarde, por eso te desplacé.

—S...sí. He sido un cobarde. Por ese motivo es que vengo a demostrarle algo completamente diferente.

—¿Sí?

Él le entrega una carpeta.

—Son papeles y registros de los integrantes del Comité que han negociado con el Teniente Brown. Ellos son los traidores con causa, motivo, nombre y apellido. Me tienen amenazado, destrozarán a mi familia cuando se sepa lo mío, pero no puedo seguir con esa farsa. Me ha inspirado a afrontar la realidad.

—Ian... Esto es...

Pocas veces en su vida Kiera se ha quedado sin palabras.

Espacio del que él se vale para añadir:

—Van a hacerme pedazos. Pero me ha dado una lección muy valiosa: peor que la traición es la cobardía. De la cobardía se vuelve con valor, de la traición ya no hay camino de regreso.


***


—Axya Larson. Mi nombre es Dante Brown y vengo a hablar contigo de algo muy preciso que necesitamos conversar.

Ella retrocede un paso.

Pero él la sujeta de un brazo y la empuja de regreso al ascensor. Lo traba.

—¿Qué hace, señor? No, por favor, no haga esto—le pide Axya, aterrada por completo ante la situación.

Jamás creyó pasar por algo así.

De hecho, ya van varios sucesos que está afrontando vivir y que nunca estuvo en sus planes afrontar.

—He venido a negociar contigo.

—No sé de qué...

—Sí que lo sabes. La reina. Nuestras tropas secretas te han visto entrar en el palacio y estamos seguros que nadie entraría en una situación así si no es por pedido explícito de Kiera Ranquel.

Las palabras de la reina resuenan en Axya.

Fue muy clara ella cuando le dijo que era de fundamental importancia mantener bajo extremo secreto de Estado la reunión que mantuvieron ambas. Y el juramento se extendería toda la vida, sin deshacerse con su muerte.

Su muerte...

—Teniente, por favor—ella le suplica—. De... de verdad. No tengo nada para contarle. No hay nada que usted deba saber.

—Haré que te lo pienses un poco más y regresaré a buscarte. Por cierto—. Él se acerca a ella, tanto que su aliento caliente y es percibido por ella y un olor delicioso a jabón mentolado llena sus fosas nasales al tenerlo a tan corta proximidad—, eres bellísima e inteligente. Espera volver a verme por estos lados, será muy grato para mí ver a una mujer tan bella, has de saber deliciosa.

¿Acaba de amenazarla?

Él consigue abrir nuevamente la puerta del ascensor con los mandos, ella sale de ahí corriendo en dirección a su habitación y Dante le saluda con unos dedos hacia arriba mientras se cierran las puertas y desaparece.

Dios.

Se debe alistar y salir.

Pero cómo si acaba de sufrir la peor amenaza de su vida.


***


Victorio yace en el interior de la biblioteca, esta vez desencadenado y los grilletes anclados al suelo han sido nuevamente cubiertos y escondidos con una amplia mesa de roble y un par de sillones alrededor.

Hay libros encima.

Unos que están puestos ahí con especial dedicación, dando la sensación de que tienen más una función estética que académica.

Anda de un lugar a otro, pensando en las opciones que tendría de tirar abajo todos los muebles, de romper las estanterías, de arrojar algunos de esos libros por la ventana e intentar darle a algo o a alguien, hacer puntería como si fuese tiro al blanco, pero por mucho que la intente arruinar, es poco probable que lo vaya a conseguir ya que primero requiere conocer cuáles son los requisitos y consecuencias.

Una vez que se acerca a la venta, consigue ver a los manifestantes que siguen ahí emitiendo ruidos y levantando sus pancartas. Algunos intentan arrojar cosas al interior del palacio, consiguiendo que la situación le saque una risita socarrona, burlesca, aunque muy en el fondo, preocupada.

Porque sabe que si asumen las milicias y si se desata una guerra civil, su cabeza por ser parte de la familia Ranquel, sería un principal eje en el cual se inclinarían para hacerle severo daño.

Le torturarían. Mientras eso sea posible y legal, lo harían. Esta vez, no de la manera en que su propia madre lo hizo, sino de manera mucho peores, la saña es parte de lo que se podría esperar de algo así.

La estrategia de divulgar a todos que Victorio es su hijo, tuvo la desesperada intención de colocarlo en el eje de los enemigos: ahora que se sabe eso, es parte de a quien matarían. Mientras el asunto estaba en secreto, se mantenía a salvo.

Ocultarlo y divulgarlo acorde a su propia conveniencia.

Kiera era la madre más zorra de todas, a su parecer.

De pronto, un ruido llama su atención.

Las puertas de la biblioteca se abren.

Él se vuelve y observa que dos empleados las abren.

Dos figuras femeninas dan un paso e ingresan, una antes que la otra.

Reconoce a Kiera.

Quien, ya en la biblioteca, lo confronta y le dice:

—Hijo. Buenos días. Me enorgullece poder presentarte a tu futura esposa.

Entonces, un destello de luz, juventud y belleza consigue dejarlo con la boca abierta.


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#EsclavaDelRey

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