❤️CAPÍTULO 18👑

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Kiera se pone de pie y sus soldados, se aferran con un movimiento limpio alrededor de las extremidades de Brown.

La reina camina hasta él y se pone de pie delante. Coloca una carpeta con documentos y le dice:

—No te alcanzará la vida para cumplir con todos los delitos de los que se te acusa...

—...a menos que el sistema cambie, sería libre expresión y no delitos.

—Lo siento, pero es el sistema que hizo triunfar de manera soberana a nuestra Nación.

—Soberano ha sido el robo que llevan cometiendo desde hace siglos los de vuestra casta.

—Así es el mundo, lamento que lo pienses de esa manera. Pero estoy dispuesta a negociar contigo que tengas un cargo al mando de la cansillería en nuestra representación fuera del pais.

—¿Qué?

—Relaciones exteriores.

Él suelta una carcajada.

—¿Qué puedo saber yo sobre relaciones exteriores?

—¿Cuándo en un país hubo un canciller que sepa hacer al respecto?

—Son enviados fuera con el objetivo de sacárselos de encima o de protegerlos de un mal mayor dentro del propio país.

—Bingo.

—Se limpiaría las manos. Y me condenaría con mi gente para siempre, me haría quedar como un cobarde y le fallaría a miles de personas que buscamos un país con igualdad de oportunidades, más justo, más...

—Bla, bla, bla. Quieres poder y te lo estoy ofreciendo.

—Son mis ideales de un mundo mejor.

—Los ideales por una cuenta bancaria mejor, es lo que quieres. Siempre que los revolucionarios hablan de "ideales" solo buscan conveniencia personal.

—La política nunca es personal.

—Te equivocas. Toda políticas es del orden de lo singular, excepto la revolución: ahí todos pierden en pos de un amo mucho más feroz y no lo voy a permitir.

—¿Un amo diferente? Entonces no permite alguien que sea superior a usted.

—No voy a permitir que alguien sea más feroz que yo, de hecho. Debido a que no aceptaste este trato, eres mi prisionero de guerra y serás ejecutado en setenta y dos horas. Soldado, ya se lo puede llevar.


***


Alexya lo muerde.

Muerde su labio inferior, consiguiendo sacarlo hacia atrás antes de que fuese capaz de lastimarlo y hacerle sangre.

Con unos mechones de cabello ahora cayendo sobre su mirada, observa fijo a Victorio quien intenta corroborar con su lengua si tiene sangre.

Apenas una gotita.

Se la relame y ella vuelve a forcejear para que la suelte. Sabiendo que la mayor parte de ella grita a los cuatro vientos que no es lo que realmente desea en este momento.

—Está bien—le dice—. Te soltaré. Y nos sacaré a ambos de acá. Pero tienes que hacer algo antes.

—¿Hacer qué?

—Abrázame.

—¿Qué?

Sus ojos.

Están más oscuros que nunca.

Veni Vidi ViciDonde viven las historias. Descúbrelo ahora