❤️CAPÍTULO 21👑

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Imagina que eres huésped en una casa donde tienes compromisos que cumplir. Imagina que esa casa es maravillosa y que resulta un sueño cumplido el poder estar ahí, ser parte de una población maravillosa y vibrar al ritmo del lujo alrededor.

Imagina que una vez dentro, descubres que estás junto a un hombre sexualmente irresistible y que tiene una suerte de imán del cual no puedes apartarte por mucho que te caiga mal, que sepas que no es una buena persona y que entiendes que no tiene en absoluto lo que consideras admirable por parte de alguien más.

Imagina que estás en esa casa maravillosa, teniendo que pasar la noche junto a ese hombre magnifico, teniendo todos los lujos, pero sabiendo que formas parte de un plan muy complejo, a partir de cual no puedes dar marcha atrás porque tienes obligaciones y misiones de honor en lo que respecta a todo el país que te comprometen.

Imagina que estás en esa casa, a punto de tener que pasar la noche obligadamente compartiendo la cama con ese hombre.

Que ese hombre está completamente desacatado, con un apetito sexual irrefrenable, que sabes que está drogado y que puedes estarlo tú también.

Que quieres hablar con la persona que te ha convocado, pero no puedes porque está demasiado ocupada, con una revolución armada pugnando con fuerzas desde afuera.

Que no puedes tener acceso a internet o a medios de comunicación para saber lo que está pasando.

Que hay gritos en los rincones de esa magnífica casa donde eres una invitada y que no puedes hablar con nadie para saber al respecto porque en momentos apenas se oyen. En otros, no hay nada.

Axya es esa invitada confundida entre tanto desastre.

Axya se mueve por todo el palacio, intentando discernir por qué algunas puertas están cerradas con fuerza, qué sucede con los gobernantes que se muestran amenazantes entrando y saliendo del despacho privado de la reina ni tampoco qué sucederá con su familia ya que se encuentra totalmente incomunicada de ellos.

Ella mira desde un costado el momento en que sale un rostro reconocido. Es Ian. Va como una flecha en su dirección.

—¡S...señor!

Él se vuelve.

—Disculpe, congresista.

—No soy congresista.

—Lo siento. Usted.

—Llámame Ian.

—Sí, sí, disculpe, no sabía si llamarle por su nombre de pila. Ian. —Está un poco agitada ya que el sujeto no se ha detenido ni por un instante, solo sigue andando en dirección a otro de los despachos, pasando por un pasillo desde el cual se observa la noche que se mantiene hermosa con un clima apenas fresco, ideal. Lo que ella no entiende es por qué parece tan ocupado, hasta que discierne a lo lejos, una columna de humo y chispas iluminando el cielo, elevándose por encima de los altos muros que separan los límites del palacio—. Q...qué es eso...

—Lo de siempre: manifestantes. No puedes tener contento a todo el mundo cuando tienes los hilos del poder y de un gobierno al cual llevar al día.

—La gente lleva tiempo enfurecida.

—Asuntos de la reina, nada de qué preocuparte, cuando asuman La Corona junto a Victorio, podrán vivir lo que se les indique, con la potencia de las decisiones a cargo de un Comité Extraordinarios de Asuntos de La Corona.

—Yo...estoy al tanto de eso.

—Entonces solo descansa junto a tu futuro marido. Mañana será un largo día.

—Ian, por favor—le insiste ella.

—Treinta segundos, no más, hay mucho por hacer de mi parte, no quiero sonar un poco descortés, pero es urgente.

Una vez que tiene el tiempo, aprovecha para preguntarle:

—No quiero sonar loca, pero ¿no se escuchan gritos? O golpes. No lo sé. Un retumbo reinante en el palacio.

—Oh, si, las habladurías de que hay fantasmas. No les creas, nada de eso es así. Preferimos considerarlo protección de parte de nuestros difuntos.

—Es que...

—¿Tú te sientes bien?

—De hecho, no. —Solo un poco drogada, quizás.

—Entonces regresa a la cama y descansa, no podemos tenerte diciendo locuras en medio de tu presentación pública.

—P...puede ser...

—Buenas noches, señorita Axya.

—G-gracias, Ian. Buenas noches para ti también.

Una vez que ella se aparta de él, aguarda a que cierre la puerta de su despacho con llave y se encamina hasta su cuarto.

Pero vuelve a escuchar los gritos.

El retumbo.

La turba violenta allá afuera.

Pero los "fantasmas" del interior siguen pugnando por su atención.

Así es que decide desviar su camino y encaminarse escaleras abajo desde donde percibe los gritos y los golpes del palacio.

Una parte de sí le asegura que podría encontrarse con cualquier cosa, pero seguramente que no serán fantasmas.

Veni Vidi ViciDonde viven las historias. Descúbrelo ahora