Vine, vi, vencí.
–Julio César, 47 a.C.
—Señora, lamentamos intervenir, pero es información urgente.
Kiera siempre ha sido una mujer inteligente. Por demás. Por eso es que suele ir un paso adelantada a lo que sucede a su alrededor, principalmente porque en todos los reinos, durante cada uno de los reinados, sus miembros al igual que los gobernantes, tienden a permanecer unos cuántos peldaños lejos de la realidad de su gente, los acuerdos diplomáticos y las divisiones que terminan en negociaciones que poco tienen que ver con la soberanía nacional.
Ella sabe que el Teniente Comandante Brown está a punto de avanzar con sus tropas y asirse del poder si la monarquía permanece sin un rey.
—Señora—insiste el mandatario quien está en el despacho de la reina y ella parece suspendida en la atmósfera, con los ojos puestos en el cristal desde el cual se refleja una muchedumbre con pancartas, gritos eufóricos y una densa columna de fuerzas policiales preservando el perímetro de la guardia real—, entiendo que necesite vivir su luto en paz, pero esto es importante.
—Ya lo sé, Ian—contesta ella, con su voz definitoria. El cristal le devuelve una imagen siempre pulcra de quién es ella, pese aún a que no ha descansado nada en toda la noche y bastó la mañana para ordenar nuevamente su mundo. Un mundo construido alrededor de su marido quien fue asesinado durante la cena: a su lado, en la cama, lo encontró frío y sin pulso tras su rutina nocturna de irse a acostar.
Ella se vuelve al mandatario y fija sus ojos en los de él, quien parece ser un cachorro asustado.
—Toda una vida a su lado, siempre supimos con mi marido que esto sucedería. Pero jamás temimos que podría acontecer tan pronto.
No tuvieron hijos.
No porque no lo hubieran deseado sino que él fue estéril durante su vida. Dedicaron la vida entera del matrimonio a gobernar de manera honesta el reino pero sin herederos ni descendencia.
Decididos a adoptar, aún siendo esto secreto de Estado, cayeron en manos de la demagogia y de la injusticia de quienes buscan hacerse con el poder.
—Brown no tendrá lo que busca.
—Señora—insiste él, dando un paso al frente, lleva papeles en sus manos—. Hemos estado en conversación con el Comité de Protección a la Realeza y hemos llegado a una conclusión urgente.
Deja los papeles sobre la mesa.
Ella los mira de reojo.
—¿Qué significa esto?—pregunta ella.
—La revolución en contra de la monarquía lleva ya varios años instalada en nuestra nación. Sugerimos como alternativa, el llamado a elecciones que permitan el pedido de democracia al mismo tiempo que coexistan con el reparto de tareas del reinado.
Una sombra cruza por el rostro de ella. Lo observa a Ian con escepticismo, sabe que la está traicionando, pero también entiende que es por desesperación, todo su trabajo está en riesgo, el esquema al cual dedicó su vida.
Claro que ella tiene algo aún más vívido en su poder.
—¿Es lo que quieres?—pregunta ella, desafiante.
—Y-yo... No lo sé, realmente no. Queremos que usted siga siendo nuestra reina, pero el rey era el heredero de sangre y no dejó a nadie a su merced.
—La sangre real permite adopción. Y era lo que estábamos considerando hasta que mi marido murió.
ESTÁS LEYENDO
Veni Vidi Vici
RomantizmEl rey ha sido asesinado y la guerra se ha desatado en Heaven's Ville. Sin embargo, Victorio Ranquel parece ser el único heredero al trono cuando se descubre que este peligroso criminal es hijo bastardo del monarca eliminado. Ahora necesita de las a...