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Muchas vidas más pasaron todas igual de trágicas y aunque a la Diosa Luna le dolía que sus hijos pasaran por todo ese sufrimiento, sabía que con esa gran voluntad que tenían ellos serían los indicados para romper con muchos de los estereotipos impuestos por la sociedad.

Eran vidas destinadas al dolor, la tristeza y la pérdida, pero aun así le daban valor a muchas de las personas que tenían situaciones similares y cuyo único pecado era amar a alguien de su misma jerarquía.

Justo ahora las almas se encontraban muchos años después de eso. Ya no se sabía bien en qué año la humanidad había decidido que su mejor opción de supervivencia era mutarse a sí mismos para dividirse en alfas, betas y omegas.

El mayor tenía 18 y el menor tenía 17, uno había nacido en Daegu, mientras que el otro había nacido en Busan, pero de alguna manera ahora se encontraban en la misma preparatoria de Seúl, siendo uno el presidente del taller de fotografía y otro presidente del taller de pintura. Era algo extraño para alumnos y maestros que los presidentes fueran alfas y no omegas o betas, pero no sabían que esa sería únicamente la punta del iceberg.

Taehyung buscaba unirse al club de pintura. Tras visitar varios museos había descubierto lo interesante que la pintura podía llegar a ser, así que ahora estaba yendo a hablar con Jeon Jungkook, presidente del club de fotografía, realmente no lo había visto jamás y había escuchado poco de él, solo sabía que era un alfa.

Al entrar al salón de pintura pudo ver a un concentrado chico pintando sobre un lienzo. Se acercó y sus fosas fueron inundadas por un lindo aroma a tierra mojada y café, era una muy extraña combinación y no le gustaba el café, pero le resultaba agradable el aroma que el pintor estaba desprendiendo. Estaba tan centrado en sus pensamientos que no vio como el chico al que observaba anteriormente lo estaba mirando directamente a los ojos.

El chico que pintaba se había visto interrumpido por la presencia de un maravilloso aroma a roble y lluvia. Al terminar de trazar lo que estaba haciendo se volteó para encarar al dueño del aroma que parecía estar perdido en sus pensamientos, se quedó viendo a los ojos del chico que eran de un hermoso color café.

Tras unos segundos de contemplarse entre sí sin decir palabra alguna, reaccionaron y comenzaron a hablar, el acuerdo estaba hecho; además, casualmente Jungkook quería inscribirse en el taller de fotografía, pues en su cumpleaños le habían regalado una cámara que quería aprender a usar.

Ese día Taehyung se quedó con Jungkook a solas pues, aunque no había clase, Jungkook se había ofrecido a quedarse enseñándole a Taehyung por falta de algo mejor que hacer.

Taehyung no era nada malo dibujando, por el contrario, era bueno a pesar de jamás haber tomado clases de pintura.

Al terminar se despidieron con un apretón de manos y se fue cada uno a su hogar, pero por algún motivo no podían sacar de su cabeza al contrario.

ϕ Vida tras vida. ϕ T.KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora