Las palabras tienen el poder de lastimar, de llevar historias a su final. El rechazo y la ignorancia de la sociedad me generaron una carga pesada, no me dejaban respirar. Caí en un pozo profundo, casi sin vida. Fue demasiado tarde para mí, mamá; cuando me di cuenta, no había salida.
Desde pequeños nos enseñan reglas básicas para sobrevivir en la sociedad. Nos enfatizan lo que para ellos es correcto e incorrecto; nos imponen límites que consideran necesarios, y cuando se comete el terrible error de ser "diferente" se es castigado. Te marcan de por vida con críticas e incluso algo más...
Enamorarse es -para muchos- sentir un cosquilleo en el estómago, tener las mejillas sonrojadas y sentir los frenéticos latidos del corazón. Por alguna extraña razón Zhang Jian Shi no podía sentirlo; en sus diecinueve años de vida no se le había acelerado el pulso a causa de alguien ni había experimentado el conocido titubeo al conocer al primer amor. No hasta que apareció él.
¿Qué estaba pasando?¿Acaso un hombre llamó su atención?
Estaba asustado. Le habían enseñado que eso no era normal, que era una aberración; pero ¿cómo podría luchar contra su corazón?
Ser indiferente no fue suficiente cuando se dio cuenta que sus sentimientos eran recíprocos. Amaba y era amado, pero le aterraba enfrentarse a la sociedad.
Las primeras veces fueron miradas furtivas y sonrisas fantasmales, imperceptibles; conversaciones en código, diciendo cuánto se querían, a pesar de mencionar cosas triviales; caminatas largas donde si prestaban atención, sentían sus dedos rozar con cariño. No lo sentían suficiente, querían más. Las ansias de poder hacer lo que todas las parejas heterosexuales podían, lo carcomían. Era muy injusto.
Pero nada dura para siempre.
La paranoia luego fue parte de su relación. Siempre con una mirada sobre el hombro; ignorarse por días cuando alguien comenzaba a hablar; fingir ser distantes; dirigir su atención a otras personas. Cada acción los lastimaba por dentro, se volvieron frágiles.
A pesar de todos sus esfuerzos la noticia salió, se extendió el rumor como la pólvora y causó un terrible incendio. Jian sintió que podía soportarlo, todo con tal de mantenerse a su lado. Las palabras del resto eran inaudibles, sus ofensas perdían fuerza; pero no pudo ignorar a su madre.
Cuando ella se enteró, quiso desaparecer. A pesar de mantener una gota de esperanza, el rechazo lo golpeó fuerte, lo destruyó. La mujer que había estado para él en toda su vida, la que había cumplido ambas funciones parentales cuando su padre falleció. La misma mujer que se asegurara que comiera bien todos los días, comenzó a despreciarlo.
Se supone que parte de amar es dar, buscar la felicidad de esa persona sin importar qué. Su novio trató de buscar lo mejor para él; así que lo dejó. Se fue con la esperanza de que Jian Shi pueda recuperar su antigua vida. Se esfumó sin dar explicaciones, solo un triste primer beso.
¿Qué haría ahora si la razón de su lucha también lo abandonó? Jian no sabía qué hacer, sin darse cuenta había caído profundamente. Se sentía deambular en un frío espacio de espesa negrura; los susurros de su alrededor le colmaban los oídos, lograron materializarse en pensamientos.
Era él el desagradable, el enfermo, el inútil, la escoria de la sociedad; era él la decepción de su familia, el imbécil, el fácil; era él quién debía desaparecer.
Y lo hizo, desapareció. Le puso fin a su vida debido a todo aquel que no supo lo que era amar.
Ahora era Jaehyun el que abrazaba a Mei Feng, intentando consolarla. El castaño estaba tan sorprendido por lo que estaba sucediendo que había olvidado la razón inicial de su dolor.
Cuando Mei Feng llegó y lo abrazó sintió un calor similar al que emitía su abuela cuando lo mimaba. Dejar de llorar le había costado un poco, pero las caricias que recibía en su cabello, habían ayudado en gran medida. Aún así, después de separarse, Yoon Oh mantuvo una expresión temerosa; esperando que lo que había ocurrido fuera una farsa y el verdadero rostro se presentaría en cualquier momento, pero nunca llegó.
La mujer se levantó con delicadeza y se dirigió a la cocina. Llevaba consigo las compras que había hecho antes de regresar. La situación la había descolocado muchísimo, pero pudo disimular frente al coreano. Una vez dentro de la cocina su respiración comenzó a fallar y no evitó comparar la situación con la que le había sucedido a su hijo. Esa sensación de culpabilidad, siempre presente, incrementó con ahínco.
Mientras calentaba la cena intentó organizar sus ideas. Su conciencia no dejaba de repetir que podría remediar -en parte- lo que había hecho años atrás, cuidando a Yoon Oh ahora. Pero para poder hacerlo tenía que contárselo, tenía que sacar el arma que la había estado hiriendo por años en silencio.
Así fue como comenzó su relato después de comer, entre sollozos y arrepentimiento.
— Enseñaba en el mismo lugar al que él asistía y nunca lo noté. Nunca vi cuanto molestaban ahí a mi hijo, ni lo mal que se lo estaba pasando— dijo cuando se calmó.
Yoon Oh seguía sorprendido por la historia y se sintió identificado también; pero hasta ese momento su cabeza no se le había llenado con pensamientos tan nefastos... ¿Él podría ser capaz?
Imposible. Las situaciones eran diferentes; él tenía amor a su alrededor. A pesar de sentirse muy herido por Doyoung, a pesar de que la incertidumbre sobre su futuro lo agobiaba por las noches; sabía que fuera muchas personas más le tendían brazos y lo recibían con sonrisas. La misma Mei Feng le había dicho que pase lo que pase podía apoyarse en ella.
— Lo lamento tanto— comenzó a decir el menor dudoso— A veces las situaciones escapan por completo de nuestras manos, pero eso no nos hace malas personas. Si está tan arrepentida no creo que sea una mala persona.
Jaehyun quiso golpearse ahí mismo, inseguro de si lo que acababa de decir era lo adecuado o si al menos tenía sentido. Su mente estaba en blanco, no sabía qué decir; así que después dirigió su mirada a sus dedos con atención.
— Está bien Yoon Oh, tienes mucha razón— respondió Mei con una pequeña sonrisa— Disculpa por llenarte con información y llorar frente a ti. Sentí que debía contarte para poder hablar sobre lo que vi en la pantalla. Claro, si deseas hacerlo.
El castaño se removió incómodo, recordando cada palabra escrita por quién era su mejor amigo. Últimamente sentía que le andaba contando su vida a cada persona que se le cruzaba en el camino, no es que eso fuera malo pero siempre había tratado de ser reservado. Por otro lado, si quería llevar bien ese año, supuso que debía hablarlo y además podría recibir el consejo de una persona madura, hasta ese momento solo lo había hablado con sus amigos. No es que ellos fueran infantiles, pero sabía que estaban en un limbo similar al suyo.
— El mensaje que vio era de mi mejor amigo. Digamos que le conté sobre mis preferencias antes de venir y ahora me odia— contó tratando de suprimir una mueca de dolor—. Tampoco tengo buena relación con mi familia, pero mis amigos se lo tomaron muy bien— añadió.
Esa sería la única información que daría, no quería ahondar más en el tema por el momento y volver a llorar. Sentía que era un grifo descompuesto o algo parecido porque ese verano no había dejado de llorar y eso lo avergonzaba.
— Es una pena— dijo Mei Feng para cortar el silencio incómodo.
No sabía que decir a pesar de haber sugerido el tema de conversación. Se frustró en unos segundos así que cambió el tema por completo y retomaron la dinámica animada de hace unos días.
Al cerrar la noche notó que Yoon Oh no se había vuelto a acercar a la computadora y presintió que no lo haría en mucho tiempo. También sentía que había algo más entre el coreano y la persona que había mencionado, pero no le gustaba ser tan cotilla.
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𝙄 𝙈𝙞𝙨𝙨 𝙔𝙤𝙪 ༄ ᴊᴀᴇᴅᴏ
Fanfiction"-Mamá.¿Está bien que dos hombres se quieran?- preguntó un inocente Yoon Oh. Yoon Oh no entendió porque su madre se enojó. " Dónde Jaehyun está enamorado de su mejor amigo y Doyoung es incapaz de entender sus sentimientos.