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Yuta suspiró mientras observaba a la gran figura salir por la puerta del departamento. Otra vez no había recibido un "buenos días", ni un "ten un bonito día", al que estaba acostumbrado a escuchar. Aún después de tanto tiempo, no se sentía capaz de hablar con Hansol, una inusual timidez lo invadía cada vez que intentaba y también sentía miedo.

Con pesadez observó el plato vacío que estaba a su lado, agradecido de que al menos el más alto había comido lo que había preparado. Se levantó con lentitud, recogió los platos y fue a lavarlos, deseando ya abandonar ese lugar que lo incomodaba.

No comprendía del todo porqué habían llegado hasta ese punto, pero creía que en gran medida era su culpa por su actuar y sus decisiones precipitadas. No debió ser tan impulsivo e irle a gritar a Dong Young esa vez. Ese día fue cuando explotó todo y desde entonces no habían dejado de discutir. Eran incapaces de mantener una conversación normal; incluso el japonés no había podido decirle que se había disculpado con su menor.

No había sucedido antes, el coreano parecía simplemente haber explotado y remarcaba algunas actitudes que detestaba del japonés. Esa no era la relación de miel que él había imaginado que tendría después de haber dejado de esconderse de sus amigos. Había algo más detrás de todo lo que hacía Hansol, pero no sabía con exactitud qué. ¿Qué más estaba sucediendo?

Se conocían desde hace cuatro años, les había costado dos para enamorarse. Fue un camino rocoso si lo dejaban opinar, lleno de dificultad; pero su esfuerzo intentando conquistar al más alto había dado frutos.

Una sonrisa triste se colocó en su rostro. Recordó al muchacho que no que no prefería meterse en problemas, salvarlo de un asalto; ese fue su primer encuentro. El muchacho de apariencia fría y desinteresada lo había seguido desde entonces, ayudándolo en cada obstáculo y dispuesto a escucharlo siempre que lo necesitara. Ese mismo muchacho que después le había enviado flores, cartas y lo miraba como si fuera lo más precioso del mundo.

Yuta sacudió su cabeza para espantar a sus pensamientos y se preparó para una larga jornada en el trabajo; si tenía suerte habría tanto que hacer en el taller que no tendría tiempo para lamentarse.

Se la pasó toda la mañana entre engranajes y piezas de cambio, como asistente de mecánico; levantando objetos pesados con música trot de fondo, que salía de una pequeña radio entre tanto caos. Sus manos cubiertas de grasa trabajaban con habilidad en vehículos con problemas menores, hasta que un ruido lo distrajo y vio una cabeza rubia inclinarse en la entrada.

Taeyong lo observaba con una expresión tímida mientras ingresaba, inclinándose ante el dueño. El japonés sonrió por primera vez en el día y buscó con su mirada el gran reloj colgado en el fondo del lugar. Ya era hora del almuerzo.

— Señor, mi descanso ya comenzó. ¿Le traigo algo de comer?— dijo dirigiéndose a su jefe, quien andaba concentrado en el motor de una motocicleta.

— ¿Ya es mediodía?— preguntó sorprendido, girándose también para comprobar la hora— Sí, muchas gracias. No sé qué sería de mí si no trabajaras aquí.

— No almorzaría señor y Yeri estaría muy molesta con los dos— contestó brindándole una sonrisa radiante esta vez. 

El señor Kim y su hija lo habían tratado como familia desde el primer día que comenzó a trabajar en ese taller hace un año. Primero haciéndolo a medio tiempo por sus clases y ahora a tiempo completo aprovechando las vacaciones.

— Por favor traeme una porción de kimbap, no creo tener tiempo para comer algo más— contestó enfocándose otra vez en la motocicleta.

Yuta fue a cambiarse y lavarse, negando con la cabeza, mientras Taeyong comenzaba una pequeña charla con el dueño. No evitó revisar su teléfono cuando terminó, esperanzado por algún mensaje de su pareja, observando solo notificaciones con el nombre de Yoon Oh. Suprimió una mueca de decepción y salió para ir a comer con su amigo.

𝙄 𝙈𝙞𝙨𝙨 𝙔𝙤𝙪 ༄ ᴊᴀᴇᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora