4. "Una manzana, dos manzanas"

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—Empieza desde esa fiesta—pidió Brad acomodándose a un lado de mi cama mientras yo me sentaba en la silla—. ¿Qué ocurrió?

—Bien...pero no te rías—comencé a hablar fingiendo naturalidad mientras me aclaraba la garganta—. La fiesta era... como todas las demás.

—¿Te pegaron?

—¿Es la imagen que tienes de todas las fiestas a las que voy?

—Es como suelen acabar. Por eso pasas tanto tiempo en mi casa.

Arqueé una ceja mirándolo detenidamente a lo que Brad se encogió de hombros.

—Bueno, prosigue.

—Gracias—respondí de forma sarcástica—. La fiesta. Me encontré con un chico muy atractivo de mi edad que me invitó a una habitación para tener sexo y...bueno, ya sabes, no tengo ganas en fiestas así. Pero él estaba muy bueno y pensé que podría acabar bien. No me había equivocado tanto en toda mi vida.

—Si no cuentas el haberte metido en todo eso desde un principio.

—No es el tema. En ese momento, yo ya me había puesto ciego y no me di cuenta de que el chico...llevaba un paraguas.

—Interesante fetiche.

Antes de poder continuar, mi rostro perdió color recordando aquella humillante escena mientras miraba a la nada. Brad se percató de mi silencio y se aproximó a mí agitando una mano frente a mis ojos.

—Eh, ¿estás bien?

Todo el dolor se me vino encima y, de repente, encogí mi cuerpo haciéndome bola sobre la silla. Brad se sobresaltó apartándose un poco y luego volvió a intentar acercarse.

—Oye, ¿tiene algo que ver con ese paraguas?—preguntó bajando el tono de voz como si doliera menos oírlo de ese modo.

Lo obsequié con otro prolongado silencio. Brad frunció los labios e hizo el intento de tocarme el hombro varias veces. Acabó echándose para atrás y se sentó de cuclillas frente a mí.

—Creo que entiendo por dónde van los tiros.

No tenía fuerzas para responderle. No quería hablar del tema, la verdad. No sabía por qué acepté la quedada de marujeo en primer lugar. Agradecí que Brad no me forzase a decir nada y tuve unos minutos para relajarme e ir destensando el cuerpo.

—¿Se lo contaste a la policía?

—¿Qué podría contarles?—levanté la mirada aún con la cabeza gacha—. ¿Que un ninfómano se buscó una aventura en la que uno de los juguetes sexuales le reventó el ano dejándolo en el hospital?

Brad parecía contener en puños la rabia que le daba toda esa conversación.

—Así que estabas...en el hospital.

—¿Y tú qué creías?—subí el tono de voz fingiendo una sonrisa—. ¿Que ya está lo suficientemente entrenado como para soportar algo como eso? Pues te equivocas.

—¿Y qué te dijo el doctor?—preguntó aparentemente preocupado—. ¿Cómo te encuentras ahora?

—Genial—ironicé—. Solo que no podré volver a esas fiestas.

—Tampoco te lo iba a permitir—endureció el tono—. Ya encontraríamos otra forma de que tuvieras sexo con seguro de no sufrir daños.

—No, no volveré a tenerlo—volví a sonreír por no llorar mientras desviaba la mirada—. Nunca más.

El rostro del rubio perdió color de golpe y me soltó.

—Dime que es una broma.

—¿Me ves con cara de gracioso? El doctor dijo algo de que se habían sobreforzado las paredes del recto y hacerlo de nuevo me podría traer la muerte. La verdad es que después de todo ya ni suena tan mal...

Solitaria realidad [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora