(Narra Hugo)
- ¿Tuviste problemas con el último cliente? - me preguntó Lorenz cuando llegué a su apartamento.
- No, ninguno - respondí dejando mis pertenencias sobre la mesilla y quitándome el abrigo.
En casa de Antonio dormí bien por primera vez en lo que llevaba trabajando para el sudamericano. Decidí continuar los estudios de momento así que asistía a clases todos los días, pero las ganas se iban esfumando con el tiempo y la necesidad de descansar se apoderaba durante las horas lectivas por lo que tenía que conformarme con la hora de la siesta.
Mis ojeras se hicieron más visibles pero a Lorenz no parecía importarle tanto como cuando se enfadó por las heridas. De todos modos, eso ya había sido aclarado y los clientes seguían solicitándome aceptando la oferta que era propuesta. Todos salían ganando.
Excepto yo.
- Ahora mismo tengo ciertos datos que revisar así que créame unas buenas vistas - dijo sentándose en el sillón de su escritorio con los papeles en una mano y la otra en extensión -. Y pásame un gallo.
Así llamaba él a sus apestosos canutos.
Pero espera, ¿buenas vistas? No me digas que tenía que hacer eso otra vez...
- Vamos, ¿a qué esperas?
- ¿Q-quieres que...?
- Lo sabes perfectamente. ¿O acaso te has olvidado de cómo hacerlo?
Tardando en soltar el canuto después de haber establecido contacto ya, llevé mi mano izquierda al botón del pantalón desabrochándolo lentamente.
- ¿Por qué tiemblas?
- No lo hago.
- Entonces date prisa en quitarte los pantalones, chico. Me haces perder el tiempo.
- Voy...
Me desprendí de la prenda quedando aun en bóxers.
- ¿Y? - volvió a hablar haciendo un gesto extraño con el canuto encendido -. Sé que no te gusta hacerlo, pero para eso estoy yo: para obligarte.
No sería la primera vez que quisiera burlarse de mí.
Me senté sobre su mesa frente a él evitando al máximo su mirada y sonrisa. Metí una mano en la ropa interior y froté suavemente mi miembro. Me sentía muy estúpido.
Luego, lo agarré y pasé a mover la muñeca.
- No te veo - dijo levantando la vista de sus papeles.
Paré unos segundos para quitarme por completo los calzones y proseguí tras un pesado suspiro. Fui aumentando la velocidad poco a poco pero no tardé mucho en detenerme.
- Te he dicho muchas veces que no aceleres - me agarró el antebrazo -. Más lento y ocupa también tu otra mano. No te muestres tan inútil, Jesse.
Subí ambas piernas sobre el escritorio y me coloqué de forma que mis manos llegaran a la entrada fácilmente. Lorenz me indicó que lamiera mis dedos lo que tenía un obvio significado de lo que esperaba de mí.
Tenía tres dedos en mi interior y una mano masturbándome. Gemía, sí, pero lo odiaba. En cambio, al hombre le gustaba ver mi cara en cualquier situación.
- Continúa así - me dio unas palmaditas sobre la mejilla -. Pero no te corras, que luego tendrás que limpiarlo todo.
Tampoco quería hacerlo pero llegaba un momento en el que ya no podía más y tenía que hacerlo o parar.
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Solitaria realidad [BL]
Teen FictionSexo y droga. Estas dos palabras eran suficientes para describir la establecida vida de Hugo Chance. Al no tener padres que se preocupasen por él, la calle era quien le enseñó lo que hoy en día la mayoría de vosotros no consideréis correcto. Eso era...