- ¿Lorenz? Sí, he tomado una decisión. Acepto el trato.
***
Quedé con el joven sudamericano aquella misma noche para fijar detalles. El dinero ya era mío y la fecha para la operación se adelantó para dentro de dos días.
- Te llamaré cuando llegues a Boston - dijo Lorenz -. Aquí tienes el billete y la dirección a la que debes ir. También te adjunto un permiso para que puedas viajar solo.
- Bien.
- Cuando estés ahí, tendrás que preguntar por Ronald Bleday, él es el cirujano que te atenderá. Además, he preguntado y en el precio incluirá una limpieza total de tu organismo por lo que estarás como nuevo.
- ¿Y cuándo tendría que pagarle?
- No te preocupes por eso, ya me encargaré yo. Pasado mañana vendrán dos de mis compañeros a la puerta de tu casa para recogerte al aeropuerto. En un principio, volverías al día siguiente y tendrías que tomar reposo unos días más ya fuera del hospital.
- Vale.
- Me alegra que hayas cambiado de opinión, Jesse - me acercó a su cuerpo rodeándome la cintura -. En tu ausencia estuve pensando y decidí pagarte el doble de lo usual por una noche conmigo. ¿Qué te parece?
- Es genial, supongo - dije permitiendo que el hombre introdujera sus manos en mi pantalón.
- Todos esperan por el regreso del apasionado Jesse así que no los decepciones y da lo mejor de ti.
- Lo haré.
- Así me gusta, chico. Entonces, el sábado ya puedo estar esperándote aquí. Ahora llamaré a Santiago para que te acompañe a casa.
Me dejó libre y pulsó un botón solicitando su presencia. El hombre no tardó en llegar por lo que Lorenz le dio unas instrucciones y enseguida emprendimos el camino de vuelta.
Mi vida iría a cambiar muy pronto o tal vez debería decir que pronto volvería a ser como antes.
***
Me desperté más temprano de lo normal y me di una ducha helada como me gustaba. Al terminar volví a mirarme al espejo.
Era un monstruo al que nadie quería y por fin había encontrado mi sitio en el mundo. Mi misión siempre fue la de entretener a la gente y ofrecerles lo que era. Siempre habían existido las abejas reina y sus secuaces.
Yo había nacido para servir a los demás.
Me vestí y, tras coger una tostada que decidí tomarme por el camino, salí de casa. No quería esperar a Brad ni a nadie por lo que fui a pie.
Al llegar al instituto antes de tiempo, fui al departamento de arte encontrándome la puerta abierta. Tuve suerte con que solo estuviera Antonio en la sala.
- Buenos días, Hugo - me saludó sin dejar de ordenar unos papeles -. Has llegado muy temprano.
- Sí - me acerqué a él -. ¿Puedo sentarme?
- Por supuesto.
- ¿Cómo te encuentras?
- Sobre ruedas - respondió sonriendo.
- Dijo el médico que te podrás levantar en una semana.
- Eso espero. ¿Y tú? ¿Estás mejor?
- Perfectamente - cogí un bolígrafo y comencé a darle golpecitos en la mesa pulsando el botón -. Ya he aclarado mis confusiones y lo he entendido todo.
- Sobre lo que pasó ayer... lo siento mucho. Ha sido muy cruel de parte de mi hermana.
- No, al contrario, me ha abierto los ojos. Ahora sé cómo es Brad en realidad. Y pensar que me había creído todo lo que decía...
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Solitaria realidad [BL]
Novela JuvenilSexo y droga. Estas dos palabras eran suficientes para describir la establecida vida de Hugo Chance. Al no tener padres que se preocupasen por él, la calle era quien le enseñó lo que hoy en día la mayoría de vosotros no consideréis correcto. Eso era...