(Narra Hugo)
Habían pasado más de tres meses desde que experimenté mi primera vez completa con Brad. A partir de ese día lo volvimos a hacer muchas otras veces, incluso llegando a molestar a Elmer y consiguiendo que pegase gritos desde su cuarto diciendo que hagamos menos ruido. Dejando al castaño de lado, qué bien lo hacía Brad. Joder, uno no se cansaba de repetir cuando se trataba de un chico así quien te hacía el amor. Y en eso también radicaba la diferencia con hacerlo en el trabajo: no era solo sexo lo que él me ofrecía. Todas y cada una de nuestras citas en la cama (o en otro sitio) fueron increíbles pero últimamente habíamos dejado de hacerlo tan a menudo por no decir que lo habíamos dejado por completo porque yo lo decidí así.
Yo, Hugo Chance, había rechazado tener sexo con la mejor persona del mundo. Pero tenía mis motivos.
Brad iba al instituto por la mañana, luego iba a sus prácticas directamente sin pasar por casa y después iba a otro sitio. Me contó que consiguió un trabajo y que le estaba yendo muy bien, así que supuse que era ahí donde iba. La cosa era que no volvía a casa hasta pasadas las doce y me preocupaba bastante porque a esas horas se ponía a estudiar aunque no lo hacía durante más de media hora. Cuando no tenía nada que hacer y conseguía volver un poco antes, aprovechaba para pasar un breve tiempo conmigo. Obviamente, yo lo esperaba hasta la hora que fuese porque no quería dejarlo solo en plena noche haciendo deberes. Él me recompensaba por ello, sobre todo los fines de semana que no había clase. Pero llegó un momento en el que comencé a verlo mucho más débil y pálido cuando volvía, y decidí mandarlo a dormir en vez de entretenerlo a las tantas de la madrugada. Por otro lado, habría estado bien que se despejase después de haber trabajado todo el día pero me preocupaba muchísimo más que no descansase bien.
Lorenz me permitió salir del trabajo unas horas por la noche así que las usaba para llegar a casa esperando la vuelta de Brad, pero tampoco se podría decir que dormía muy bien con unas escasas 6 horas diarias.
Brad apenas dormía 5 si volvía temprano.
Cuando oía sus llaves abrir la puerta de la entrada, bajaba rápidamente para quitarle lo que llevase encima y lo invitaba a algo que hubiese preparado o a algunos restos de la cena. Él, lo primero que hacía era abrazarme y decirme cosas bonitas tales como "te he echado de menos", "te quiero", "¿me has preparado algo?" o "espero que Lorenz te haya despedido". Después de eso me besaba tiernamente y sin fuerzas, lo cual me gustaba porque de esa manera me permitía llevar la acción.
Hablando de llevar la acción, me había planteado varias veces el cambiar de rol con Brad y cada vez que lo veía tan débil estaba más seguro de ello mas no iría a forzarlo a hacer nada de lo que él no fuera capaz en su estado.
De todos modos, no iría a hacer nada directamente porque su salud era más importante así que supuse que me debía quedar con las ganas, al igual que hacía él cada vez que lo rechazaba.
***
Un día que Brad volvió a las doce y media, se sentó en su cuarto a repasar unas páginas para el examen que iba a tener por la mañana y yo lo acompañé permaneciendo cerca de él. Me tumbé en su cama y jugueteé con su almohada durante el poco tiempo que tardó en acabar.
- Ya he terminado - dijo cerrando los libros con un gran suspiro de alivio -. ¿Podemos...?
- No - le respondí sin acabar de escuchar la pregunta ya que era la misma de siempre.
- Lo supuse.
Brad se levantó y comenzó a cambiarse frente a su armario dándome la espalda mientras yo seguía acostado con la almohada del rubio. En un momento, desvié la mirada hacia él y me di cuenta de algo a lo que nunca le había prestado atención.
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Solitaria realidad [BL]
Teen FictionSexo y droga. Estas dos palabras eran suficientes para describir la establecida vida de Hugo Chance. Al no tener padres que se preocupasen por él, la calle era quien le enseñó lo que hoy en día la mayoría de vosotros no consideréis correcto. Eso era...