001: Vidas desgarradas

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Clara Monforte, 21 años, estudiante de cuarto año de derecho

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Clara Monforte, 21 años, estudiante de cuarto año de derecho. El cadáver presenta signos de lucha evidentes y diversas puñaladas en el torso, en concreto son siete. Su piel ha tomado un color poco estético causado por la pérdida de sangre. Fue encontrada en el baño de chicas de la primera planta de la biblioteca, que teóricamente estaba cerrado por «vandalismo». Ya entendían a qué se refería la persona que puso el cartel de la puerta con eso.

—Y con esta ya van tres muertes... —anunció Félix.

—Esto empieza a ser aterrador... —respondió Mia.

Durante las últimas semanas habían estado encontrándose los cuerpos de distintas estudiantes por todo el campus universitario, lo cual estaba empezando a preocupar tanto a los estudiantes como a las instituciones. El asesino en serie suelto por el campus empezó a ser considerado como el mayor problema de la universidad y del cuartel de la policía local, que, desesperados, empezaron a reclutar a investigadores jubilados y a los propios estudiantes de último año para poder colaborar en la investigación. Toda esta locura empezó hacía menos de un mes.

Morgana Figueroa, 20 años, estudiante de tercer año de óptica y optometría, hallada hace tres semanas en los vestuarios del equipo de natación. El cuerpo estaba boca abajo, con los tendones de los pies cortados y bastantes cuchilladas en la parte superior del cráneo. En una de las paredes del lugar se encontró un mensaje escrito con sangre de la propia víctima: «FUERA».

Blanca Yáñez, 21 años, estudiante de cuarto año de sociología, apareció hace dos semanas con el cuello roto dentro de una de las cestas donde se guardan los balones de baloncesto, en el almacén del gimnasio de la universidad. Su cadáver no mostraba más signos de violencia que unos leves moratones en las piernas, propiciados por algún objeto delgado pero duro, probablemente de metal o algo por el estilo. En uno de los bolsillos de la falda que llevaba la víctima antes de morir se encontró un pedazo de papel que textualmente decía: «Necesito verte, ¿podemos vernos en el gimnasio a las 16:00? ♡».

Y el último hallazgo estaba ante ellos, los cinco estudiantes y futuros criminólogos seleccionados para ayudar en la investigación: Félix, Mia, Sam, Elena y Tomás. Puede que la mera situación de investigar la muerte de sus compañeras no fuese de lo más placentero para algunos de ellos, pero sabían que si lo hacían bien podían ganar una suma económica importantísima y una plaza de trabajo casi asegurada en la policía judicial para cuando el año hubiese acabado.

—Pobre chica... —empezó Mia—. Creo que esta ha sido la muerte más cruel de todas. Solo hay que ver la cantidad de sangre que hay por aquí desparramada.

—No sé qué decirte. A mí la primera chica me impactó más. Lo de los tendones de los pies me pareció monstruoso. Por cierto, ¿alguno conocía a esta chica? Su cara me suena bastante —dijo Elena mientras observaba unas manchas de sangre que salpicaban la pared.

—Sí, yo... —contestó Félix—. Estudiaba derecho y era amiga mía, de vez en cuando quedábamos para tomar café o dar una vuelta por la universidad. Era muy amable conmigo, hasta se ofreció a pagarme si le daba clases particulares de inglés algún día.

Una mentira para Óscar [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora