017: Insoportable

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Era de esperar que los pasillos del hospital estuviesen a reventar un sábado por la mañana, pero nadie había pensado en el volumen de gente que se encontrarían

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Era de esperar que los pasillos del hospital estuviesen a reventar un sábado por la mañana, pero nadie había pensado en el volumen de gente que se encontrarían. Pese a todo, habían tenido bastante suerte, porque aunque no fuesen familiares directos de la víctima, esta vez no los echaron a patadas como habían hecho la tarde anterior. Eso sí, sólo podían entrar a la habitación de dos en dos, a excepción de la detective Vicario, que había de permanecer en el habitáculo todo el tiempo.

—Los siguientes, por favor —dijo Vicario asomándose a la puerta.

A Mia le parecía aterrador que les estuviesen dando turno como si estuviesen en la cola de una pescadería. Aunque ya no formaba parte de la investigación y, por ende, no le incumbía la misma, ese día hicieron una excepción con Félix, que pudo entrar junto con Mia para ver cómo estaba la víctima. Cuando lo vio entrar, Vicario lo saludó con la cabeza, a lo que él no respondió nada.

Se acercaron y allí la vieron, tumbada boca arriba, con los ojos cerrados y un montón de máquinas conectadas. Tenía el cuello vendado y la piel más pálida de lo normal, muy probablemente por toda la sangre que había perdido. Recordaba en cierta manera a la tétrica escena del cadáver de Clara en los baños de la biblioteca.

—Sam... —dijo Mia.

Ella todavía no la había visto en ese estado, pero Félix conservaba la vívida imagen de su compañera desangrándose debido a un único corte en el cuello en el lugar en el que no hacía ni una hora se había peleado con Óscar. Por suerte, la ambulancia no tardó en llegar y los amigos de Mónica se manejaron bastante bien mientras tanto.

—Ayer la declararon comatosa —le anunció Violeta—. Dicen que es un milagro que no muriese en el momento.

—¿Y no saben cuándo despertará? —consultó Félix.

—Por el momento sólo nos han dicho que está estable y fuera de peligro, pero quién sabe cuando recuperará la consciencia. Podrían ser horas, días o incluso años. Eso sí, dicen que ha sufrido un gran daño en las cuerdas vocales, así que dudan que pueda volver a hablar.

Los dos esbozaron una mueca de tristeza al oír aquello. Puede que Sam no dijese más que sandeces, pero tampoco se merecía aquel destino tan cruel.

—¿Y qué pasará ahora? ¿Cómo investigaremos este caso? —dijo Mia.

—Lo hemos catalogado como un intento de homicidio por ahora, pero si por lo que fuese Samanta no acaba de pasar este mal trago, lo cambiaremos a homicidio. En la zona del crimen ya están mis hombres trabajando, vosotros tres iréis el lunes a ayudar.

Tres. En tan sólo un día habían pasado de ser cinco a tres. Mia pensó que la investigación sería más difícil siendo menos investigadores y además, sin tener la ayuda del plan de Félix y Óscar, que ya había hablado con su amigo sobre el tema y la cosa pintaba fatal.

Una mentira para Óscar [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora