008: En línea

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Después de haber disfrutado de un viaje bastante ameno en el coche de Tomás, Mia y Félix subieron a su piso y cada uno se fue por su lado

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Después de haber disfrutado de un viaje bastante ameno en el coche de Tomás, Mia y Félix subieron a su piso y cada uno se fue por su lado. Félix se metió a su habitación para escuchar y repasar con detalle las grabaciones que había hecho en el piso de Sam mientras que Mia se dirigió a la cocina, ya que aquella noche le tocaba a ella hacer la cena. A decir verdad, tanto ella como Félix eran buenos cocineros, pero personalmente la chica prefería cuando su amigo cocinaba por ella, así ella sólo se limitaba a comer.

Habiendo cerrado Félix la puerta de su cuarto un silencio infernal invadió el piso, se notaba bastante cuando estaban juntos y cuando no. En otras circunstancias, Mia se hubiese puesto un poco de música para ambientar la estancia, pero no le hizo falta. La curiosidad que todavía sentía por la nota del chico con el que había tenido el encontronazo en el autobús le hacía sentir algo animada, pese a que sólamente iba a enviarle un mensaje para pedirle perdón por lo sucedido sin entrar demasiado en detalle. Aún así, sin saber explicar demasiado bien el porqué, toda aquella situación le colocaba una ligera sonrisa en la cara.

Buscó en la agenda de contactos de su móvil a Perveti du bus, como lo había agregado, y estuvo durante unos minutos mirando la pantalla, expectante. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo le iba a entrar? La verdad, no es algo que ella hiciese muy a menudo, no era de su estilo mensajearse con desconocidos. Normalmente, cuando intentaban ligar con ella se cerraba en banda, pero por una vez en mucho tiempo había decidido cambiar un poco las cosas.

Bueno, nadie había dicho que fuese a ligar con él. Sólo iba a enviarle un mensaje, nada más.

Decidió empezar por algo sencillo, algo que pudiese escribirle a cualquiera sin sonar insegura ni nada por el estilo:

Mia:
Hola.

«Bien, Mia, bien», pensó. Su cabeza estaba llena de pensamientos intrusivos, como si le había escrito al número correcto o si lo había agregado bien. Toda la ilusión que la consumía hasta hacía unos minutos se desvaneció por completo: ¿qué pasaba si le llegaba ese mensaje al chico y no sabía de quién era? ¿Y si todo esto había sido una broma de mal gusto de alguien y en realidad ese número era de, quién sabe, un profesor? Se sentía ridícula comportándose así.

Para dispersar un poco sus pensamientos, empezó a idea qué podría hacer para cenar. Pensó en algo sencillo y rico, como una pizza precocinada, pero no quería comer algo tan poco saludable teniendo tiempo para preparar algo con sus propias manos. Una focaccia casera le vino a la mente y se puso manos a la obra. O bueno, más bien manos a la masa.

Sin previo aviso y en menos tiempo del esperado, su móvil vibró notificando un mensaje entrante. La chica tuvo que lavarse un poco las manos para no llenar su móvil de masa, así que después de eso encendió la pantalla del mismo y leyó el mensaje:

Perverti du bus:
—?

Una simple interrogación. Nada más. «Genial, ahora a dar explicaciones», pensaba de nuevo. La posibilidad de simplemente apagar el móvil y centrarse en hacer la cena era cada vez más tentadora, pero le sabía mal dejar la conversación tan abruptamente, así que hizo lo que pudo y sacó las pocas fuerzas que le quedaban para responder:

Una mentira para Óscar [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora