019: Una mentira para Sam

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Había llegado el día

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Había llegado el día.

Ya era viernes, así que eso significaba que el asesino en serie iba a actuar.

Eso significaba... El final de su historia con Félix.

Siendo sinceros, nunca se había imaginado a sí mismo con un chico. Tampoco es que fuese homófobo ni nada, pero no notaba atractivo en ligar con uno más que cuando iba un poco borracho con sus amigos, siempre en plan broma.

Pero con Félix... Con Félix era distinto.

No diría que estuviese enamorado de él, ni muchísimo menos, pero sí que es verdad que en el poco tiempo que habían estado juntos había estado muy cómodo a su lado. Tal vez porque hacía lo que le daba la gana con él o porque sus reacciones exageradas a absolutamente todo le parecían muy graciosas, pero simplemente quería pasar más y más tiempo a su lado, como amigos o como lo que fuese. Por eso pensó que la mejor manera de darle un final a lo suyo era con un detalle especial: un pícnic en el campus.

Aquella mañana había llevado al campus en su coche a sus amigos. En el asiento del copiloto se sentaría Guille, mientras que atrás estaban Rodrigo, Marco y Aura, en ese orden, como habían acordado silenciosamente desde el primer día que se subieron todos juntos a ese coche. Cuando los recogió a todos y vieron que había una cesta de mimbre dentro del coche no entendieron muy bien lo que estaba pasando.

—¿Qué llevas ahí? —dijo Marco.

—Ah, nada, no os preocupéis, es que le he organizado un pícnic sorpresa a Félix, que hoy hace un mes que fue su cumpleaños y quería comer con él después de clase.

Eso era cierto. Había estado mirando sus publicaciones en redes sociales y había visto que su cumpleaños había sido el 26 de febrero, justo hacía un mes porque subió una foto poniendo cara de pocos amigos de cara a Mia con un pedazo de pastel, pero obviamente ese no era el motivo por el que había organizado todo, sólo era una excusa para cualquier curioso.

—¿Y no sería mucho más lógico haberlo celebrado hace un mes? —preguntó Aura.

—Hace un mes no estábamos saliendo —respondió—. Por cierto, que alguno de los que os sentáis atrás lleve la cesta encima de las piernas, que no vais a caber.

Sin añadir ninguna objeción más, el grupo emprendió la marcha con la cesta apoyada entre la pierna derecha de Marco y la pierna izquierda de Aura. ¿Tanto les costaba llevarla a uno de los dos? A veces no entendía porqué hacían ese tipo de payasadas.

Cuando llegaron al campus se despidieron animadamente hasta que cada uno se fue por su lado. Óscar puso la capota de su coche por primera vez en años para proteger la cesta y se fue a clase, pensando en la posible reacción de Félix.

Siendo honestos, su día de clases tampoco fue nada del otro mundo, no pasó nada remarcable. Eso sí, probablemente fue el día en el que menos atención prestó a sus profesores, estuvo embobado pensando en lo mucho que deseaba que se acabasen las clases de una vez. Por suerte para él, ese momento acabó llegando, aunque a él el tiempo le pasó más lento de lo habitual. Corrió a su coche sin despedirse de nadie, cogió la cesta y se fue a paso ligero al lugar que había acordado.

Una mentira para Óscar [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora