015: No somos nada

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Tan pronto como se despertó aquella mañana, Félix se fue directo a la ducha

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Tan pronto como se despertó aquella mañana, Félix se fue directo a la ducha. No se notaba excesivamente sucio, pero había días en los que simplemente necesitaba meterse bajo el grifo para despejarse del todo. Por suerte para él, las gafas de repuesto que había empezado a usar eran exactamente iguales a las que se le habían roto, tanto por la montura como por la graduación.

Salió del cuarto de baño con una toalla enrollada en la cintura y el pelo a medio secar, ya que tenía algo de prisa por salir de casa con tiempo. Si mal no recordaba, esa mañana iban a tener investigación de nuevo, ya que habían citado a todo el grupo para discutir distintos detalles de los casos. Por supuesto, no podía salir sin su extravagante desayuno habitual, así que se dirigió a prepararlo. Intentó no hacer demasiado ruido pensando que Mia seguiría durmiendo, pero se sorprendió al verla salir de su cuarto más pronto de lo habitual. La chica seguía en pijama, y a juzgar por su cara había dormido fatal.

—Bueno días, Mienne.

—Buenas —dijo mientras se rascaba la sien—. Oye Feli, ¿has visto por algún lado mi pinza del pelo?

—Tienes muchas, ¿cuál buscas?

—Pues mi pinza del pelo favorita, la que uso siempre que es así, doradita, con los bordes redondos. Además, tampoco tengo tantas pinzas, no exageres.

—Ah vale, la que parece de princesa.

—Esa, esa.

—No, no la he visto. ¿No la tendrás en el baño?

—Que va, la llevo siempre en la mochila de la uni, en el bolsillo pequeñito. Ayer la llevaba, si hasta la usé en clase.

—Bueno Mia, usa otra pinza, no pasa nada. Ya la encontraremos.

—Es que esa es LA pinza, ¿me entiendes? —dijo con muchísimo énfasis—. Bueno, qué le voy a hacer...

—¿Has desayunado ya?

—No, ¿me lo puedes preparar tú, porfa? —dijo la chica en un tono artificialmente dulce.

—Venga, vale.

La chica se fue con una sonrisa de oreja a oreja en dirección al baño mientras que él seguía en la cocina, preparando el desayuno para ambos con máxima concentración hasta que fue interrumpido por un sonido:

—¡¡BRRR!! ¡¡BRRR!!

El móvil del chico tenía una llamada entrante. Corrió a la encimera en la que lo había dejado al salir del baño y vio que no se trataba de otro más que de Óscar. Francamente, nadie más le llamaría a esas horas, así que no entendía porqué no había presupuesto ya quién sería dicho remitente.

Sin demasiados preámbulos, cogió la llamada y puso el móvil en manos libres:

—¿Óscar?

—Hola, bombón —dijo él al otro lado de la línea.

Una mentira para Óscar [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora