005: Taquilla O-910

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Las clases estaban siendo de lo más aburridas ahora que Mia y Félix se habían acostumbrado a las investigaciones

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Las clases estaban siendo de lo más aburridas ahora que Mia y Félix se habían acostumbrado a las investigaciones. Por supuesto, ese día también iban a dedicarse a buscar pruebas, pero no tanto tiempo como ellos querrían.

En aquel momento estaban en una clase de derecho penitenciario, una clase impartida por el profesor más viejo y aburrido de toda la universidad. Era tan aburrido que la mayoría de los alumnos se dormía con facilidad en sus clases.

Mientras Félix jugaba con un lápiz intentando apoyarlo en su nariz, Mia se limitaba a mirar por una ventana, implorando al universo que aquella interminable clase acabase de una vez. Pensaba en la nota que había recibido y algo en su interior le provocaba una ilusión incomprensible e inexplicable. No entendía por qué no había tirado aquel pedazo de papel si había rechazado cruelmente a aquel chico horas antes, pero sentía que debía aceptar aquella propuesta y, al menos, intentarlo.

Cuando se quisieron dar cuenta la clase ya se había acabado y Sam estaba acercándose a ellos. Los dos amigos se miraron mientras veían a su compañera abriéndose paso entre la multitud de alumnos que se levantaban de sus sillas.

—¿Qué querrá esa ahora? —susurró Félix en un tono algo despectivo.

—Seguramente nada bueno. Haz como que no hablábamos de ella.

Al fin, Sam llegó y se situó delante de los dos chicos. Parecía ilusionada, aunque con su usual comportamiento infantil asomando por su sonrisa.

—♫¡Chicooos!♫ —canturreó—. ¿Qué os parecería venir hoy a mi piso para repasar sobre todas las pistas que tenemos de los asesinatos? También podéis aportar cosas nuevas, si es que estáis ocultando algo al resto del equipo... —ojeó a la pareja con semblante sospechoso.

—Oh, esto... —dijo Félix.

A decir verdad, no tenían ganas. No soportaban a Sam cuando estaba en el campus y no creían que fuese a ser una mejor persona cuando se iba a su casa. Pero, obviamente, era por el bien de la investigación, así que no se podían negar.

—Bueno... Cuenta con nosotros —respondió Mia, a modo de sentencia.

—¡Perfecto! Os pasaré la dirección en un rato. Ah, y hemos quedado a las 18:00, ni se os ocurra llegar tarde —después de aquello guiñó un ojo y se fue, perdiéndose entre el resto de la clase.

—Madre mía, menuda tarde nos espera... —dijo Félix.

—Lo sé, pero habría sido peor decirle que no. Además, sólo vamos a investigar, no puede ser para tanto.

—Nunca digas nunca...

Mia tragó saliva ante las palabra de su amigo. Deseaba acabar con las investigaciones cuanto antes para no cruzarse con Sam a menos que fuese estrictamente necesario.

—¿Qué querrás investigar hoy? —dijo Félix, tratando cambiar de tema.

Mia se quedó pensando en silencio durante unos instantes.

Una mentira para Óscar [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora