Capítulo 2

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La luz de la mañana atraviesa las cortinas y me obliga a abrir los ojos. La punzada en la cabeza es molesta, más por haber despertado de madrugada, me costó volver a dormir.

– Ethan – digo cuando no lo siento a mi lado.

– En el baño – responde –, prefieres dormir floja.

Veo la puerta abierta, me levanto y voy hacia allá. Su aroma a loción inunda mis fosas nasales, un aroma que siempre ha sido característico de él, por eso lo reconozco de lejos, por su aroma. Va vestido tan casual con su camisa tipo polo y sus jeans ajustados, con sus zapatos negros.

– Tenemos evento hoy, ¿qué esperas para cambiarte? – dice terminando de acomodar su cabello –. El desayuno está listo también, date prisa – sale del baño y deja un beso en mi frente.

A veces sus muestras de afecto no son las mejores, pero siempre estaré agradecida por lo que hizo por mí y como me cuidaba.

Me meto a la ducha y me baño rápido, salgo para colocarme unos pantalones cortos y una blusa blanca, con un chaleco de rombos, mis zapatillas negras y dejo mi melena suelta.

Salgo y ya está esperándome en el restaurante para desayunar con su taza de café en la mano y un periódico en la otra. Desayunamos en silencio mientras veo las fotos en mi celular que nos tomaron de nueva cuenta, cuando pasa por mi mente el mensaje de anoche.

Me dispongo a revisar mi bandeja de mensajes cuando entra una llamada de un número privado.

– ¿Hola? – con voz temblorosa contesto.

Ethan me mira de reojo notando mi preocupación tal vez, cuando la voz comienza a hablar y trato de calmarme.

"Todo cuanto quieres acabará pronto, no te asustes preciosa, estoy más cerca de lo que crees".

Se corta la llamada y sonrío, para que no sospeche nada, no quiero que se preocupe por mí con todos los asuntos que tiene.

– ¿Quién era Isabella?

–Numero equivocado supongo, no dijo nada y solo colgó.

Espero que se haya creído lo que dije.

Desayunamos y salimos del hotel.

Faltaban seis días para la boda, todo estaba listo, íbamos rumbo a las villas Wraysbury, a una hora de donde vivimos, donde se llevaría a cabo la cena de ensayo, las despedidas de solteros y la ceremonia.

Íbamos en el coche, eran las cuatro de la tarde, cuando paramos en Olympia, una zona residencial cerca de las oficinas de Ethan. Preguntándome que hacemos aquí, si él no tiene propiedades por el lugar, cuando veo salir a su asistente Lisa, corriendo al vehículo, mientras Ethan está en su celular perdido.

– Señorita Isabella, Señor Ethan, buenas tardes – dice saltando en el asiento de atrás del BMW.

Saludo y dirijo mi mirada al frente, preguntándome que hace ella aquí, es... frustrante. Todo el camino fuimos en silencio, ni la radio encendí.

Pasados diez minutos, paramos en una tienda de autoservicio, para comprar algo de beber y necesitaba ir al baño. Al entrar al lugar, recibo un mensaje y lo veo, es una imagen del auto en el que viajamos. Me entra el pánico y entro al baño cerrando la puerta con pasador, escuchado unos pasos afuera, son unos zapatos de hombre, por lo que alcanzo a ver.

Me tapo la boca con ambas manos y me decido marcar el número de mi prometido para que venga por mí. Lo hago y golpean la puerta con fuerza haciéndome soltar un grito, seguido salen corriendo del baño.

– Señorita Isabella – escucho una voz – la estamos esperando – abro la puerta y salgo limpiando mis lágrimas –. Oh, vaya, te casaras con un buen partido y ahora lloras. Eres patética, sólo dame tiempo, él está cayendo ante mis encantos y solo tienes que hacerte a un lado.

PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora