Capítulo 18

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Kye

Fue algo bien planeado. Ana creyó en Jonathan y sacarla de la casa fue fácil, sabía que mi muñequita ya la había alertado, esos moretones son imposibles de esconder y las preguntas surgirían.

Dios, moría por abrazarla y tenerla entre mis brazos. Cuando salta a la camioneta, vemos a Ethan que queda ahí tirado en el asfalto, mientras enredo mis dedos en sus negros cabellos.

Me quito la máscara y besa mis labios, necesitaba tenerla entre mis brazos. Y así seguimos hasta que llegamos a la ciudad, para tomar el camino a la casa Willcox.

– Quiero verlo sufrir – dice mi muñequita –. Necesito verlo sufrir.

– Lo sé, pero ahora deben estar escondidas, prácticamente te volví a secuestrar – dejo un beso en su frente –. Tú y ese bebé deben estar bien – me giro y veo a la señora –. Ana, espero no le moleste...

– No joven, mientras mi niña este bien, iré con ella a donde la lleve.

– Solo dejen todo lo que tengan, celulares, bolsos y demás – dice mi hermana desde adelante –. Ese idiota no nos puede encontrar ahora.

Y así en una parada dejamos lo que traían, para después dirigirnos a la casa de la familia.

Se abren las rejas, dejando ver un jardín que va floreciendo poco a poco, los pajaritos revolotean de nuevo. Y hasta el atardecer se ve hermoso en el lado oeste del jardín, que da al bosque. José nos espera en la entrada con la señora Sally, para recibir a su futura ama en esta casa.

¡Vaya que sueño alto!

– Bienvenidos de nuevo, como verán hicimos lo que pidieron y la casa va marchando a la perfección – dice el señor sonriendo –. Y mi esposa ha cocinado algo delicioso para darles la bienvenida a los invitados.

– Ven Ella – la tomo de la mano y entramos –. Bienvenida a tu nuevo hogar – señalo cuando nos paramos en el recibidor de la casa.

– Esto es... enorme Kye, como es que...

– Te lo dijimos – dice Joanna –, tu noviecito y su familia nos quitaron todo, pero ya lo vamos recuperando – me mira –. Gracias a ti.

– Es verdad – dice Jonathan –. Tu secuestro nos regresó una décima parte de lo que nos robaron... Pero ahora, no solo nosotros recuperaremos, también las familias afectadas de otras empresas que desaparecieron...

Pensar que realmente no fuimos los únicos afectados, que muchos perdieron todo, terminaron en la calle. Tuvimos suerte de que la fábrica estaba a mi nombre, si no, también hubiésemos perdido eso.

Este lugar funciona porque está a nombre de los tres, eso no pudieron arrebatárnoslo con las deudas que les generaron a mis padres. Hasta su muerte fue que nos fuimos de aquí, hace años.

Todos pasaron al comedor para la cena, mientras mi pequeña se quedó ahí parada mirando al techo, mientras acariciaba su vientre.

– Isabella, ¿estás bien? – pregunto tocando su hombro derecho con una mano –. Puedo llevarte a otro sitio si así lo quieres.

– Es solo que – agacha la cabeza –, después de meses, vería a mis padres – me mira –. Los extraño tanto, Ethan no me dejaba ver a nadie y...

– Ven acá preciosa – la abrazo y comienza a llorar –. Los verás pronto, pero hay algo que debes saber de tu familia...

Sabía que lo que estaba a punto de decirle le costaría mucho asimilarlo, pero debía hacerlo. Su padre estaba involucrado a pesar de ser un buen hombre. Nunca supo a lo que se metía por haberse topado con un hombre como Allen.

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