Capítulo 19

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Ethan

Juro que cuando los tenga en mis manos los voy a matar, uno por uno. Sabía que ese apellido me era familiar; Willcox, ese trio de tontos van a pagar muy caro lo que están haciendo con mi empresa y mi familia.

Después de que chocaron mi vehículo y se llevaron a Isabella, llamé a Claus; mi sirviente para que viniera por mí. Fuimos directo a la empresa, donde todo era un caos y se habían llevado detenido a mi padre.

Al parecer alguien entró en nuestro sistema y extrajo información de suma importancia, todas las cosas que hizo mi padre mientras dirigió la empresa y yo trataba de resolver; para que no salieran a la luz.

– ¡¿Dónde diablos esta Parker?! – grito eufórico –. Lo quiero aquí ya, mi esposa está desaparecida y está embarazada.

– Señor, aquí estoy – dice el idiota entrando a mi oficina –. Como le dije por teléfono, el abrigo de la señora Isabella y las cosas de la señora Ana, fueron encontradas en el punto oeste de la ciudad.

– ¡Pues empiecen por ahí! Lleva a mi hijo en su vientre, no lo olvides, si algo les pasa, van a pagar muy caro.

– Jefe – dice Lisa entrando por la puerta –. Cálmate, no es bueno para tu salud...

– ¡Mueve tu trasero y encuéntralos! – le digo a mi investigados y sale de la oficina corriendo y noto como mi asistente cierra la puerta.

– Cariño, deja de estresarte, esa mujer no vale la pena – se hinca frente a mí –. Déjame ayudarte a bajar el estrés.

– Eres una ramera – la tomo del mentón con fuerza y le doy una fuerte bofetada, a lo que sonríe maliciosa, así, con una mano desabrocho mi pantalón –. Y te gusta que te trate mal.

La mirada lasciva que me manda indica que está preparada. Saco mi miembro erecto y lo introduzco hasta lo más profundo de su garganta, mientras escucho como hace arcadas. Tapo su nariz, dejando mi erección en el fondo, hasta que siento como golpea con sus manos mis piernas. Sus ojos llenos de lágrimas y el rímel corrido, es tan ridícula. Tose por la falta de aire y ella solita lo vuelve a meter hasta el fondo. Es toda una ramera esta mujer.

La pongo de pie y levanto su falta, hago su ridícula tanga a un lado y de una estocada la penetro, tumbándola contra el escritorio, mientras empieza a gemir de placer.

Si, la tenía a mi merced.

Arremeto con fuerza, escuchando el sonido de nuestra piel y siento la humedad de su interior que me llena.

– Ethan, ¿qué haces? Me lastimas – dice mientras jalo su rubio cabello con una mano –. Me haces daño.

– Cierra la maldita boca – le doy una nalgada y después suelto su cabello para presionar su cabeza contra el escritorio.

– Déjame, me estás lastimando.

La suelto para acostarla boca arriba en el escritorio, y levanto sus piernas para volver a introducirme en su interior. Patalea y forcejea pero no sabe el placer que me produce tenerla así, llorando por mí.

Coloco mis manos en su cuello y comienzo a apretarlo con fuerza, mientras intenta zafarse, manotea e intenta golpear mis brazos, sin poder lograrlo, hasta que deja de moverse y su cuerpo se afloja. Acelero los movimientos cuando siento como me libero en su cavidad. Salgo de su interior y acomodo su ropa. La tiro del escritorio y llamo a Claus, para que limpie el desastre.

Una vez solo en la oficina, me dedico a pensar que hacer, los teléfonos están como locos y no sabemos cómo frenar todo.

– Señor, tenemos un inconveniente – dice Claus entrando de nuevo en mi oficina –. Los medios de comunicación están afuera del edificio. Al parecer hay múltiples demandas y en todos los medios hay fotos de su padre y las supuestas estafas que han hecho en la empresa.

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