Capítulo 6

232 16 1
                                    

Isabella

Despierto en una habitación extraña.

La tenue luz de la lámpara en la mesita de noche al lado de la cama donde estoy, ilumina un poco el lugar, las paredes son grises y hay una cortina gruesa que llega desde el techo hasta el piso, tiene un escritorio con unos libros apilados y un banquillo.

Me siento y noto que estoy desnuda, mi cabello está un poco húmedo; pero no huelo mal.

Veo los frascos en la mesa al lado de la cama y noto que es el medicamento que tomo todos los días. Se tardó en traerlos, por eso me puse mal; la migraña me atacó con fuerza, por tanto pensar en lo que ha pasado.

Quiero levantarme, pero no veo ropa en ningún lado. Así que me dispongo a caminar a la cómoda que está frente a la cama, cuando escucho la puerta abrirse.

– Disculpa... no pensé que estarías despierta – de nuevo esa gruesa voz.

Se cubre los ojos, sosteniendo con la otra la charola que lleva con comida.

– Adelante – digo cuando me meto en la cama de nuevo y me tapo con la cobija –. No encontré ropa, no supe que hacer.

– Perdón, ahora te la entrego – dice colocando la charola sobre la cama y sale.

Huele delicioso, pollo. Tengo hambre, supongo que es hora de la comida, pero no sé cuánto ha pasado ni que ha pasado.

En el escritorio está la caja blanca de la vez anterior y la deja sobre la cama.

– Saldré para que te cambies, estabas llena de vómito, te bañe y te recosté aquí, en lo que limpiaba la otra habitación.

– Espera – digo y tomo su brazo antes de que se aleje –. Prometo que será la última vez que pregunto esto, pero dime quién eres. No recuerdo tu rostro de ningún lado. ¿Podrías al menos decirme que día es?

– Dos días antes de tu boda Isabella – su mirada brilla cuando me ve, pero no lo suelto, me aferro aún más a su brazo.

– Dime, por favor...

– Tu novio sabe perfectamente quien soy, él se encargó de matar a mis padres y...

No termina de decir cuando ya estoy llorando de nuevo. Ethan no puede ser un asesino, siempre me ha cuidado desde niña.

– No llores, por favor – se hinca a un lado de la cama y acuna mi rostro entre sus enormes manos –. No quiero que te pongas mal de nuevo.

Con su pulgar limpia mis lágrimas y suelto su brazo, nuestras miradas se conectan y me pierdo en ese gris hermoso en sus ojos, tan misterioso, me inclino poco a poco a él, mientras noto que se acerca a mí, sin apartar sus manos de mi rostro, hasta que une sus labios a los míos.

Mi cuerpo no reacciona, pero mis labios se mueven al compás de los suyos, sintiendo un hormigueo que recorre mi cuerpo entero. Sus suaves labios se mueven, mientras su lengua acaricia suave, pidiendo permiso, a lo cual abro un poco la boca, cuando siento como invade el interior recorriendo cada parte, explorando habilidoso.

Sentía que engañaba a Ethan, pero después esa foto vino a mi mente y pienso que él me engaño a mí primero. Comenzando a disfrutar de este beso, tan placentero; que me llena y me hace temblar, aun sabiendo que el chico que está frente a mí es un completo desconocido, que me capturó, pero que se ha preocupado por mi salud, más que nadie que conozco.

De pronto alguien toca a la puerta, haciendo que se aleje, dejándome con ganas de más, mientras mi respirar es agitado, recarga su frente en la mía.

Se levanta y abre la puerta, saliendo de la habitación.

PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora