Capítulo 4

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Dejo la bandeja y ambos están viendo televisión en la sala, que antes era el viejo salón de maquinaria. Estamos en la vieja fábrica de ropa de mis padres, donde vivimos después de perder todo, es lo único que nos queda de ellos.

Voy a la vieja oficina que está adaptada como recamara desde que mi padre vivía, cuando las largas jornadas de trabajo lo obligaban a quedarse hasta tarde y ahora es mí recamara.

Tuvimos que adaptar más cuartos en la parte de abajo con panel cuando la convertimos en nuestro hogar.

Jonathan es el más joven de los tres, por minutos es más pequeño que Joanna, son mellizos. Logró entrar como sirviente en la familia, lo mejor de todo es que nadie sospechó nunca nada.

Mi hermana, ella es una cerebrito para la computadora y la tecnología, ella se encarga de hackear las cámaras de la mansión y otros movimientos de ambas familias.

El lugar queda a treinta minutos de la ciudad, casi en medio del bosque, a mis padres les gustaba trabajar apartados de todos, así que este lugar era perfecto para ellos. Con los otros quince trabajadores, sacaban este lugar a flote, siendo creadores de magnificas colecciones de atuendos.

Pero gracias a las empresas Bennett & Allen todo eso se vino abajo ilusionando a mis padres en ayudarle a hacer crecer el negocio, robaron todas las ideas de ellos, incluidos a los trabajadores. Dejándolos sin nada. Para que al final mi padre se hundiera en el alcohol y perdiera la vida en un accidente automovilístico. Poco después, mi madre lo alcanzó muriendo por depresión.

Lo peor de todo, es que los que robaron, no se dedicaban a eso, su mercantilismo es en otras ramas de negocios, pero se empeñaron en destruir la empresa de mi familia por envidia.

Cuando mis padres murieron hace cinco años, prometí que haría pagar a quienes les hicieron esto. Mis hermanos se encargaron de ayudarme a planear todo desde ese entonces, pero no sería hasta antes de la dichosa boda que haríamos todo.

Su rostro viene a mi mente, refleja la tristeza.

Tristeza que yo le cause.

– No, no fui yo, fue el estúpido de Ethan, quien se hace ver como todo un caballero ante ella y los demás, pero a mí no me engaña.

Vuelve a mi mente y recuerdo ese delicioso aroma tan característico de ella.

Me levanto de la cama y salgo del lugar.

Tomo las llaves de mí motocicleta y salgo de la fábrica.

– ¿Hermano, a dónde vas? – dice el más pequeño a lo lejos.

– Ahora vuelvo, olvide unas cosas. No la dejen salir, la puerta tiene llave, solo vigilen las cámaras.

– Se acerca el momento, recuérdalo.

– Solo daré una vuelta – suelto –. Tú mañana debes trabajar normal.

Me coloco el casco y salgo en mi medio de transporte.

Isabella

Cuando lleva la máscara puesta no logro ver que dice su mirada, pero algo dentro de mí me dice que él no es malo. Siento que puedo confiar en él, sé que no debo, pero lo hago. Si otra persona fuera, no me alimentaria, ni se hubiese preocupado por comprar ropa para mí, mucho menos me hubiese ayudado cuando mi corazón falló.

Ya conozco tu rostro, entonces no sé porque aun lleva la máscara cuando entra, no lo reconozco, así que no puedo delatarlo y por más que quiera, estoy encerrada aquí, no puedo hacerlo.

No conozco ni su nombre.

Estoy acostada – que otra cosa hago ¿no? –. Entra y lleva una caja blanca en las manos y en la otra un tazón.

PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora