Capítulo 4
Cuando la vi estaba sonriendo, tranquila, imperturbable y con paz mental que tanto anhelaba y necesitaba en mi vida. Yo, en cambio, era todo lo contrario; estaba molesta, estresada y no tan dolida como en un principio. Aun así me sentía incrédula, no podía creer que hiciera como si nada hubiera pasado.
No se lo iba a dejar pasar ni de chiste.
Supuso que con el pasar del tiempo, uno muy reducido, me olvidaría de lo sucedido y retomaría mi papel a su lado como su mejor amiga. Eso no iba a suceder, al menos no por el momento.
Su estúpida sonrisa burlona apareció en cuestión de segundos. Fue automático, como si nada más verme le hubiera generado algún tipo de gracia, lo cual no era nada nuevo y me impacientaba un poco ¿Te estás burlando de mí? ¿Qué te da tanta gracia?. Era molesto, pero siempre lo pasaba por alto.
—¿Qué tal tu castigo? —preguntó en cuanto mis n
La miré con desdén y pensé «Ah, si... solo el peor castigo de mi vida, el cual creí que no te importaría en lo absoluto.», quise decirlo en voz alta pero me limité a solo pensarlo.
Pasé de ella, es decir, no le respondí. No tenía el humor, ni las ganas ni la paciencia de soportar su actitud tan relajada e indiferente. Aquello que hace preguntarte ¿cómo es posible que alguien pueda ser así?, que al hacerte daño haga como que si nada hubiera pasado y siga su vida tan tranquilo como si nada.
Me dirigí a la clase de Literatura y tomé asiento junto a mi inseparable compañero de libros, André, un chico alto y levemente pálido, su cabello era una mezcla entre castaño claro y rubio. Sus ojos verdosos dieron con los míos y una sonrisa se desplegó en sus labios.
—Hola, Cam —dijo en él tono más alegre y entusiasta que alguien pudiera emplear.
—Hola, André. —Mi tono era, particularmente, más opaco.
En cuanto abrió la boca no dejó de hablar ni un solo segundo hasta que llegó la profesora, a quien no le importaba para nada si usábamos el teléfono e ignorábamos su triste y trágica historia de vida, la misma era contada al menos dos veces a la semana.
A veces olvidaba lo charlatán que podía llegar a ser André, aun así habar con él era divertido y siempre te hacía sentir cómodo.
Cuando la historia de la profesora Marshall iba por el pico más alto de los giros inesperados me llegó un mensaje despegándome de la horrible pesadilla. Dejé de prestar atención a la tan deprimente historia y saqué el teléfono del bolsillo y revisé las últimas notificaciones. Nunca podían faltar los mensajes de Félix.
Chico: ¿Sabías que nuestros apellidos son Franceses y Alemanes?
Súper cool.
Una risa se escapó de mis labios y la incredulidad me pintó el rostro.
Camille: ¿Estás seguro de que tienes 17 años y no 12?
Chico: ¡Oye! Eso fue muy cruel de tu parte.
Camille: ¿Ah, sí?
Chico: Es interesante, tu apellido es Alemán y significa algo de audaz con la danza.
El mío es Francés y significa guerrero poderoso.
¿A que está increíble?
Camille: ¿Buscaste todo eso en internet?
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Miles Entre Nosotros
RomanceUn número telefónico. Amistades cercanas y a la distancia. Una chica. Dos chicos. ¿Amigos o pareja? Problemas. Y muchas primeras veces para todo. *** Historia 100% mia, con sus personajes y los sucesos ficticios en su totalidad. Cualquier intento de...